Esta película es muy extraña vista hoy en día, así que cuando salió tuvo que serlo todavía más.
Su argumento es revolucionario, y sus efectos especiales artesanales también intentaban serlo. Sin embargo, fracasó en su época en taquilla.
Muestra el mundo que hay dentro de un ordenador, en donde los programas informáticos tienen aspecto humano y se juega a videojuegos a vida o muerte.
Ha habido películas con más acierto y éxito al tratar un mundo virtual, como por ejemplo “Matrix”, pero hay que reconocer el tremendo esfuerzo que Disney hizo en llevar a cabo esta historia que quizás era demasiado adelantada para los medios técnicos de principios de los 80.
La ambientación es muy peculiar, con esos fotogramas coloreados y esos extraños ropajes. La historia es vanguardista, y desarrolla todo un universo con virus, videojuegos y programas que tienen vida propia. Quizás era demasiado ambiciosa, y la falta de equilibrio entre lo que se quería contar y lo que quedaba realmente en pantalla, fue muy acusada. De hecho, incluso hay algunas secuencias hechas con animación clásica, donde se nota que todo les venía un poco grande.
A mí me gustó, tanto en su momento como vista después, pero reconozco que hay que ser muy aficionado a la ciencia ficción para perdonarle sus defectos técnicos, que por otro lado son comprensibles.
Si se hubieran esperado una década, otro gallo cantaría. En la segunda parte, hecha muchísimos años después, sí queda patente lo mucho que da de juego la idea, contando con el suficiente presupuesto y sobre todo la tecnología. Hacían falta grandes ordenadores para contar esta historia de ordenadores en condiciones.
Es muy curiosa la banda sonora de sintetizador, con ese estilo que se puso tan de moda en esos años cuando parecía que los ordenadores iban a dominar el mundo (cosa que es verdad, en cierto sentido).
Por mi parte, la salvo. No deja de ser un divertimento “frikie” (aunque ese término tan desvirtuado ni siquiera existiera en los años 80).