Como en las mejores novelas de Don Winslow, esta película es una historia bastante dura y sin concesiones acerca de la lucha contra el narcotráfico en Méjico.
Se centra en un equipo operativo con miembros de varias agencias estadounidenses que se unen para acabar con el cártel de Manuel Díaz, que no es el torero cordobés sino un peligroso y violento “capo” mejicano.
Me ha sorprendido la eficiente interpretación de la joven actriz Emily Blunt, que hasta ahora solo la había visto en papeles secundarios y aquí lleva casi todo el peso de la trama. La chica sabe transmitir el sufrimiento y dilemas morales de su personaje, a quien a la fuerza han metido en una guerra sucia en la que no puede estar de acuerdo. La protagonista es muy seria y fría por su trabajo, de manera que Blunt no sobreactúa, y nos creemos perfectamente su rol.
El segundo de a bordo es el reputado Benicio del Toro. Me han resultado muy curiosos los puntos en común que tiene esta película con “Traffic” de Steven Soderbergh. Ambas van sobre la droga pero con enfoques distintos (la otra me gustó un poquito más). En las dos se nos muestra la típica imagen de la frontera con Méjico, en la que muy pocos coches quieren entrar, pero se forman impresionantes atascos para salir. Y, por supuesto, ambos films cuentan con la presencia del actor portorriqueño. Su personaje se presta a un buen papel, pues desconocemos sus objetivos y motivaciones hasta bien avanzada la película.
Hay dos secuencias muy destacables, en las que se nota un gran trabajo por parte del director en cuanto a montaje, fotografía, dirección de actores y transmisión de emociones. La primera es la de Ciudad Juárez, en la que Villeneuve nos mete de lleno como si fuéramos dentro de uno de esos coches. La tensión se masca en el ambiente, a pesar de estar filmada en base al silencio, y queda claro que las imágenes (sobre todo si están tan bien filmadas como estas) valen más que mil palabras.
El segundo momento especial es la escena del túnel, también muy lograda aunque no sea uno de las partes más violentas, que también las hay.
Independientemente de todo esto, el film tiene ciertos altibajos de ritmo, tomándose su tiempo en algunas partes, que hacen que disminuya un poco el interés. Creo que, en este sentido, quizás sea un poco más larga de lo necesario.
El tráfico de drogas es un monstruo invencible al que la sociedad no consigue destruir. Es como una hidra a la que se le corta una cabeza y le salen otras, y donde sus ramificaciones de poder parecen estar imbricadas no solo en la policía sino en otras muchas partes del sistema.
Esta sensación de impotencia está latente en el film, y es por ello que queda justificado (aunque solo sea un poco) la violencia empleada por este equipo de tipos duros. Curiosamente, aunque la sensación que nos deja sea la de ser una película muy violenta, realmente no tiene tantos tiroteos ni acción como parece. Pero lo que tiene, es de bastante intensidad e impacto visual.
En resumen, es una película más que interesante, con buenos actores, historia y filmación, en la que lo único que quizás falle un poco sea el ritmo. Si hubieran medido un poco mejor el equilibrio narrativo entre el drama, el thriller y la acción, les podría haber quedado un peliculón totalmente redondo.