Parece que a Ben Affleck le gusta hacer de ladrón de vez en cuando. No es la primera vez que le veo en un papel así. Bueno, aquí más bien es un mafioso en la ley seca, y con su voz en off (como tanto se ve en este género) nos va contando su tediosa historia.
Siempre he dicho que este actor, aunque no sea demasiado bueno, por lo general hace películas aceptables que ni sus pobres actuaciones consiguen hundir. Por desgracia, en este caso no es así, y ni siquiera en su trabajo como director logra mi aprobado.
El comienzo engaña y con ese atraco y la persecución de coches, parece que vamos a ver una película cuanto menos entretenida.
Además, en el reparto aparecen Brendan Gleeson y Zoe Saldana, que podrían compensar la impasibilidad y falta de recursos actorales de Affleck, pero salen muy poco. Y Ben está muy mal aquí. Lee sus frases, no cambia de expresión ni aunque su vida corra peligro ni aunque estén matando a gente a su alrededor, y a cobrar. ¡Muy mal!
De hecho, la mejor actriz que participa en este casi bodrio es Elle Fanning, y prácticamente solo sale en un par de escenas. Pues hasta con eso, se come por sopas a un actor que tiene muchos más años y experiencia que la joven de “Super 8”.
En fin, a poco que la cosa avanza, nos damos cuenta de que la película es demasiado aburrida y lenta. La mafia es casi siempre un caballo ganador, pero Affleck ha conseguido hacer algo casi imposible. Con todos los elementos en su mano para realizar una buena película, esto no funciona lo cojas por donde lo cojas.
Las secuencias de acción son breves (solo salvaría la última), hay demasiado palique y muy poca emoción o drama. Se hace muy larga y casi todo es relleno. Vemos guerras de bandas y a tipos matándose los unos a los otros, pero todo me da igual porque la película no tiene alma ni personalidad. No se consigue empatizar con absolutamente nadie.
Al final, lo único que me ha importado es que acabara de una maldita vez.
Es la primera vez (que me acuerde) que una película de mafia no me ha gustado.