Un jugador profesional de ajedrez tiene que enfrentarse a un asesino en serie que usa la ciudad como un particular tablero. El pésimo actor Lambert en una de sus pocas películas salvables nos ofrece un thriller muy convencional.
El asesino va dejando pistas que le acusan a él y no sabemos quién es. La policía acosando al protagonista. Su familia en peligro. Lo mismo de siempre. Encima, los asesinatos nunca se ven. No hay violencia ni formas peculiares de matar. Ni siquiera la idea del juego del ajedrez está bien explotada.
Una película muy justita que no destaca en nada. Para verla en un rato que no haya nada mejor que hacer. Hay muchas películas de este género que le dan cien patadas.