El lanzamiento de Jessica Alba como heroína en esta distopía, supone también una incursión de James Cameron como artífice en el mundillo de la televisión. Y aunque la serie no está mal, desde luego tampoco es la maravilla que uno puede esperar del creador de “Terminator”.
Max Guevara es una chica sencilla, mensajera en bicicleta en un mundo cuya tecnología parece haber desaparecido para la mayoría de la población. Lo que no sabe es su origen ni su verdadera condición. Es un personaje carismático e interesante.
Con un tono un poco juvenil que no molesta lo más mínimo, vamos descubriendo una trama de conspiraciones y ciencia ficción que está francamente bien y engancha. Tiene buen ritmo y buena acción, y las tramas secundarias la complementan muy bien.
Mi nota podría haber sido mucho mayor, de hecho, pues además la vi en un momento en el que todavía no teníamos tanta sobredosis de series de calidad como hoy en día (2020), así que quizás me parecía mejor de lo que era en realidad.
El problema llegó con la segunda temporada, que inevitablemente la llevó a la cancelación. Cambiamos la trama de los soldados creados genéticamente, por híbridos de animales hechos con unos disfraces absolutamente lamentables. La trama pasa de ser juvenil a ser infantil con toques de humor malo, a partir de cierto punto de esta segunda tanda de episodios. Y nos dejan unos capítulos muy aburridos e incluso malos. No he sido capaz de borrar de mi memoria ese momento de los híbridos tomando refrescos en un bar, uno de ellos con un casco de rugby. ¡Patético! La diferencia de calidad de las dos temporadas es tan bestial, que realmente parecen ser dos series distintas.
Aun así, solo por la primera remesa se merece un visionado y una nota aceptable. Pero, por supuesto, prefiero mil veces a James Cameron en el cine.