Por ser estandarte del western clásico, y por haber creado escuela, esta película tiene su importancia.
Como título del Oeste, es de las que hay que ver para entender un género en el que dejó huella. Y también es una película muy imitada en la premisa de que hay un grupo de héroes en defensa de unos inocentes acosados por un grupo de mala gente. Hasta el mismo Stephen King la homenajeó en su quinta parte de “La torre oscura”, cambiando a los malos por androides, pero es lo mismo.
Es cierto que es un remake confeso de la japonesa “Los 7 samurais”, pero ¿le quita eso mucho mérito? Yo creo que no.
Sin duda, el reparto tiene mucho que contribuir a su calidad, especialmente sus dos protagonistas principales (Brynner y McQueen), actores en estado de gracia en aquel momento.
No olvidemos tampoco la grandiosa partitura de Elmer Bernstein, con una pieza conocida por medio planeta aunque no hayan visto la película. Es digna de estar en cualquier recopilación de la historia de las bandas sonoras, o de estar en el repertorio de conciertos populares de música de cine.
Además, “Los siete magníficos” es entretenida, y no ha envejecido mal con el paso de las décadas, algo que yo no diría que se pueda aplicar a todos los westerns de los 50 y 60.
Es un clásico total que se merece todo mi respeto, y no solo en su género, sino en el cine en general.