La cosa no empieza mal, de forma algo convencional, pero agradable: una niña queda huérfana de padre y madre y se hace cargo de ella un militar de élite (o algo así) amigo de su padre.

Durante los primeros diez minutos de película - y lo mejor que vas a ver, advierto - contemplamos cómo se gana el cariño de la niña y cómo la cuida. Además de su insistencia en que aprenda ajedrez, artes marciales y lucha (él sabrá por qué).

Después pasamos a la actualidad, cuando la protagonista ha crecido y (desgraciadamente) la actriz infantil ha sido sustituida. ¿Por otra actriz? No, por otra persona sí, pero actriz, lo que se dice actriz... no es.

Ahora es profesora universitaria (como no), tiene como unos 35 años (como mínimo) y en sus ratos libres debe ser también modelo de catálogo.

A partir de ahí vemos que unos amigos dueños de una librería le plantean un misterio, ya que supuestamente se están produciendo apariciones fantasmales en la tienda.

¿Por qué deciden que una amiga profesora de cultura clásica investigue esto? Pues... no sabría decirlo y menos aún qué relación tiene con las muchas secuencias de entrenamiento en lucha cuerpo a cuerpo, pero paciencia... que al final tampoco tendrá ningún sentido.

Esta película - claramente pensada para la televisión - parece el piloto de una inexistente serie policiaca, con una protagonista mega perfecta (aunque sus habilidades no tengan relación ninguna con sus investigaciones) resolviendo misterios en la campiña inglesa.

Podría haber salido bien con un poco más de humor, una trama medianamente más interesante (tampoco mucho), otra actriz protagonista y una dirección un poco menos adocenada.

Ante esto, poco puede hacer el carisma de Kelsey Grammer (el tutor) ni la simpatía que hayas podido sentir por la niña, que se desvanece en cuanto se transforma en una Mary Sue de manual, tan guapa y mega perfecta como poco interesante.