Entre el melodrama, el cine negro y el psicoanalítico (que tanto se dio en el Hollywood de los cuarenta) navega este título.

"Muro de tinieblas" tiene un cierto aire a Serie B a pesar de contar con una gran estrella de protagonista, el mismísimo Robert Taylor.

Apoya esta idea el hecho de que no se encuentren más nombres de verdadero peso en el elenco, el principal secundario, Herbert Marshall trabajó mucho (y bien) en aquellos años, pero nunca fue lo que se dice una estrella, y lo mismo se puede afirmar de Audrey Totter.

Lo mejor de la cinta es el comienzo, con el personaje del citado Marshall tomándose una copa en un club, ajeno a las parejas que bailan y se divierten, para dirigirse después a la editorial "cristiana" en la que trabaja. Una forma muy elegante de presentar al personaje y la trama.

Por lo demás, aun siendo previsible, se deja ver con agrado; aunque sorprenda el modelo de héroe que presenta y lo obsoleta que ha quedado la fe ciega en el "suero de la verdad".

En definitiva, una cinta que se puede recuperar y disfrutar, pero que tampoco constituye un clásico imprescindible.