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Voto de Grijander:
9
8,2
19.924
Drama
En el año 1901, en una finca del norte de Italia, nacen el mismo día el hijo de un terrateniente y el hijo de un bracero que serán amigos inseparables, aunque su relación se verá nublada por sus diferentes actitudes frente al fascismo. Drama que hace un complejo recorrido político y social por la Italia del siglo XX. (FILMAFFINITY)
26 de septiembre de 2011
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
De pocas películas puede decirse que sean necesarias. Las hay muy buenas e incluso mejores que Novecento, pero pocas hacen tantísima falta como esta.
Bernardo Bertolucci quería hacer esta película. Que tiene las cosas claras queda claro con solo unos minutos de película. Mucho se ha acusado a la película de ser excesivamente partidista y en cierto modo hay algo de razón, pero no porque se falte a la verdad, sino por pintar con brocha gorda a la masa social. Ese, a mi juicio, es el único error que comete Bertolucci. El guion, en el que él mismo participa, tiene claro lo que quiere contar y se toma su tiempo para hacerlo, siendo básico cada minuto de metraje, pues en cada imagen parece haber una idea. La iluminación es simplemente fabulosa. Diría, tal vez lanzándome a la piscina, que pocas veces unos focos han tenido tanta relevancia como aquí, pues Bertolucci pone a cada personaje en el lugar apropiado dependiendo del momento y consigue, con la luz, iluminar o dejar en la sombra a cada uno. La música de otro maestro como Ennio Morricone ambienta los momentos clave, ayudando a convertir cada escena cumbre (y no son pocas) en momentos únicos y tremendamente bellos. Novecento es una película en la que el sonido se huele, la belleza se saborea y el aroma de campo entra por los ojos con un simple golpe de vista.
Resumiendo, que es gerundio: Fantástica dirección de Bernardo Bertolucci (con evidentes tintes neorrealistas), soberbia fotografía de Vittorio Storaro, gran guion del propio Bernardo Bertolucci junto a su hermano pequeño, Giuseppe y a Franco Arcalli y banda sonora magistral de Ennio Morricone. Interpretaciones inmejorables y personajes muy vivos. Sin embargo, repito, hay un error: que el reparto (algunos eran figurantes aunque tuviesen frase) queda muy caricaturizado. O bueno, igual no es un error...
Bernardo Bertolucci quería hacer esta película. Que tiene las cosas claras queda claro con solo unos minutos de película. Mucho se ha acusado a la película de ser excesivamente partidista y en cierto modo hay algo de razón, pero no porque se falte a la verdad, sino por pintar con brocha gorda a la masa social. Ese, a mi juicio, es el único error que comete Bertolucci. El guion, en el que él mismo participa, tiene claro lo que quiere contar y se toma su tiempo para hacerlo, siendo básico cada minuto de metraje, pues en cada imagen parece haber una idea. La iluminación es simplemente fabulosa. Diría, tal vez lanzándome a la piscina, que pocas veces unos focos han tenido tanta relevancia como aquí, pues Bertolucci pone a cada personaje en el lugar apropiado dependiendo del momento y consigue, con la luz, iluminar o dejar en la sombra a cada uno. La música de otro maestro como Ennio Morricone ambienta los momentos clave, ayudando a convertir cada escena cumbre (y no son pocas) en momentos únicos y tremendamente bellos. Novecento es una película en la que el sonido se huele, la belleza se saborea y el aroma de campo entra por los ojos con un simple golpe de vista.
Resumiendo, que es gerundio: Fantástica dirección de Bernardo Bertolucci (con evidentes tintes neorrealistas), soberbia fotografía de Vittorio Storaro, gran guion del propio Bernardo Bertolucci junto a su hermano pequeño, Giuseppe y a Franco Arcalli y banda sonora magistral de Ennio Morricone. Interpretaciones inmejorables y personajes muy vivos. Sin embargo, repito, hay un error: que el reparto (algunos eran figurantes aunque tuviesen frase) queda muy caricaturizado. O bueno, igual no es un error...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
1900 narra la primera mitad del Siglo XX en una Italia convulsa, como el resto de un continente que vivió sucesos que deberían ser eliminados de la memoria colectiva por la cantidad de atrocidades que se vivieron. Bertolucci repasa, con su característica naturalidad, el "nacimiento" de ideas comunistas y fascistas y su aceptación por parte de diferentes grupos sociales. Con la parábola que forma la historia de 'Olmo' y 'Alfredo' el director pone las bases a pequeña escala, para ir haciendo crecer el dolor, la angustia y la desesperación en un espectador que necesita un tiempo para aceptar lo que esta viendo. La historia de los dos amigos que huyen de su destino de enemistad, pone el telón de fondo para que la máxima expresión de los dos personajes constituya una rivalidad más que animal y con menos fundamento que un folio en blanco. El empeño de Bertolucci en mostrar sexo casi explícito, violencia impactante y situaciones incómodas de todo tipo, es a día de hoy, todavía algo muy criticado por su dureza, pero es altamente necesario para que el espectador no pueda escudarse en nada ante semejante alud de emociones. El cineasta afronta la niñez desde los ojos de un niño, la madurez desde el punto de vista de la prepotencia que otorga la ignorancia y la edad adulta desde una mira más consciente en la que no hay detalle pasado por alto.
El soberbio reparto hace el resto. Robert de Niro ha dicho en más de una ocasión que se arrepiente de haber rodado la escena de la masturbación, pero dice que Novecento le hizo darse cuenta de lo difícil que era ser actor. Eso es evidente cuando se contempla la magnitud de su personaje. A poco que el "tío Bob" comprendiese las motivaciones y la situación de su papel (y seguro que lo comprendió a la perfección), es lógico que declare eso. Su trabajo, como siempre, soberbio. No obstante, hay que reconocer que en esta ocasión Gérard Depardieu está por encima. No solo por su personaje, mucho más cercano, sino por la capacidad de mostrarnos todas las emociones de este, algo a lo que su papel se presta pues es, en cierto modo, el hilo conductor. Paolo Pavesi y Roberto Maccanti (los jóvenes 'Alfredo' y 'Olmo', respectivamente), están dirigidos de forma soberbia y, además, realizan un trabajo digno de un adulto, lo que estando rodeados de tanto talento se entiende, sí, pero les engrandece aún más por no desentonar. Un soberbio Donald Sutherland, sádico hasta decir basta, redondea un reparto en el que cada cual conoce su cometido y se agarra a él haciendo de cada personaje un mundo. El "corto" trabajo de Burt Lancaster pone la guinda.
El soberbio reparto hace el resto. Robert de Niro ha dicho en más de una ocasión que se arrepiente de haber rodado la escena de la masturbación, pero dice que Novecento le hizo darse cuenta de lo difícil que era ser actor. Eso es evidente cuando se contempla la magnitud de su personaje. A poco que el "tío Bob" comprendiese las motivaciones y la situación de su papel (y seguro que lo comprendió a la perfección), es lógico que declare eso. Su trabajo, como siempre, soberbio. No obstante, hay que reconocer que en esta ocasión Gérard Depardieu está por encima. No solo por su personaje, mucho más cercano, sino por la capacidad de mostrarnos todas las emociones de este, algo a lo que su papel se presta pues es, en cierto modo, el hilo conductor. Paolo Pavesi y Roberto Maccanti (los jóvenes 'Alfredo' y 'Olmo', respectivamente), están dirigidos de forma soberbia y, además, realizan un trabajo digno de un adulto, lo que estando rodeados de tanto talento se entiende, sí, pero les engrandece aún más por no desentonar. Un soberbio Donald Sutherland, sádico hasta decir basta, redondea un reparto en el que cada cual conoce su cometido y se agarra a él haciendo de cada personaje un mundo. El "corto" trabajo de Burt Lancaster pone la guinda.