La gran aventura de Mortadelo y Filemón es la esperada adaptación de los célebres tebeos de Ibáñez de los que, y esto probablemente os importe una mierda, soy un friki absoluto desde que sé leer.

Los hermanos Javier y Guillermo Fesser escriben el guion de La gran aventura de Mortadelo y Filemón y se nota en muchas cosas que conocen bien los tebeos, puesto que hay muchos detalles de los que encontramos en las páginas de Ibáñez. Lo que me sorprende, en vista de la atención por los detalles, es cómo se puede descuidar tantísimo la parte más reconocible de los Mortadelo. Los diálogos están plagados de tacos, los personajes desdibujados y, por parte de Javier, que es quien dirige, encontramos una alarmante falta de inplicación con unos planos en los que el 99% no tiene absolutamente nada que ver con las viñetas del genio Don Francisco Ibáñez. Algunas de las situaciones puntuales están extraídas de los tebeos y son, sin duda alguna, lo mejor de la película. Los efectos especiales son un puntazo y el vestuario de los personajes es clavado, algo que no puede aplicarse a su caracterización.

Benito Pocino, actor amateur, interpreta a uno de los personajes más icónicos de la ficción española. Su trabajo es correcto, aunque la enorme diferencia entre el Mortadelo de la película y el Mortadelo de los tebeos hace difícil que se disfrute con él o, al menos, que lo hagamos los más puristas. Pepe Viyuela, cuando tiene que sobreactuar, se pasa como cincuenta pueblos. Haciendo de Filemón eso es más que evidente. Dominique Pinon encabeza la lista de secundarios y por momentos molesta un poco. Paco Sagarzazu, como soberano de Tirania, es posiblemente el mejor del reparto junto a Emilio Gavira, que interpreta a ese genio llamado Rompetechos. Mariano Venancio, muy bien interpretando al Súper, un personaje totalmente desaprovechado en la película. Berta ojea como Ofelia y Janfri Topera como el profesor Bacterio cierran el reparto.

Resumiendo: lo mejor de La gran aventura de Mortadelo y Filemón son los gags que extrae directamente de alguno de los tebeos. Todo lo nuevo queda muy lejos de las ideas de Ibáñez y, por tanto, extraño para los que amamos sus tebeos. Aunque la película hace gala de unos efectos especiales brutales, la labor de Javier Fesser (pese a que me jode decirlo, porque El milagro de P. Tinto me parece brillante) es francamente pobre.