El sexto sentido fue, más que una película, un fenómeno social. Su potente final y sus logradas escenas de terror construyeron un mito. Hoy, sin embargo, todo se me ha venido encima.

M. Night Shyalaman fue vitoreado por la crítica del mundo entero tras su primera gran película y, en cierto modo, de forma merecida. De El sexto sentido puede decirse que la compenetración de sus dos protagonistas es perfecta, que mide bien los tiempos, que logra envolver al espectador y que tiene uno de los finales más cacareados (con merecimiento) de la historia. Sin embargo, de pequeño me gustaba Doble Impacto (con Van Damme) y, ahora que veo en el cine varios componentes, me parece una puta mierda. A menor escala, me ha sucedido lo mismo con El sexto sentido. La primera vez impresiona y la segunda se disfruta, pero llega un momento en el que saltan las preguntas: "¿cómo ha llegado hasta el punto B? Debería haber pasado por el punto A, pero ahora que se ha descubierto el pastel, sé que no ha pasado por el punto A porque no habría diálogo". Eso, que parece algo sin sentido, desmonta totalmente la película. En el minuto 5, vista la solución de la historia, aparece la primera gran incongruencia. Más tarde, cuando "el hombre" espera a "el niño" en el sofá, salta la más evidente: "¿cómo coño has llegado ahí? ¿Quién te ha abierto y de qué has hablado con esa persona?" Visto esto, uno se da cuenta rapidamente de que Shyalaman hace trampas y eso, a mí, no me gusta.

Bruce Willis rinde a un nivel altísimo, cerrando (una vez más) las bocas de quienes le encasillan como actor de acción puro. Con un personaje sólido, Willis trabaja para revelar los entresijos de su mente y desgranar poco a poco las capas (que no son muchas, dicho sea) del loquero. Haley Joel Osment es, sin duda, la gran estrella. Si bien es cierto que Shyalaman crea un clima aterrador, también hay que decir que el joven Osment pone mucho y bueno de su parte. El miedo es palpable en cada situación, y se convierte en una extensión del espectador dentro de la pantalla. Siendo, en cierto modo, el narrador omnipresente de la película, el chico logró sobrecoger al planeta entero.

Resumiendo, que es gerundio: la ambientación de El sexto sentido es fantástica, y su selección de planos, también. Las escenas están bien planificadas y el ritmo se ejecuta con precisión. Sin embargo, Shyalaman es de los que adelanta posiciones en su ficha de parchís cuando los demás no miran y, como he dicho antes, a mí no me gustan los tramposos. Pese a todo, le felicito por el soberbio final. El sexto sentido es una película que debe verse sólo una vez, porque descubierto el truco, la magia no tiene sentido.