Clasicazo que sigue siendo actual con su gran talento musical y sus medidas coreografías, orquestadas por George Gershwin y el propio Gene Kelly, respectivamente. Un Americano en París es una película deliciosa dirigida por el gran Vincente Minelli (Cautivos del mal, Los cuatro jinetes del apocalipsis) con un estilo clásico y colorido donde sus personajes dan luz a la historia que nos narra llena de números musicales soberbios y con la aparición estelar de una jovencísima Leslie Caron (Gigi, Operación Whisky), observamos con deleite cómo van avanzando los minutos de este musical/comedia. Los diálogos son de una gracia y franquedad típicos de la época, donde con una ingeniosa frase era suficiente hacernos reír, y donde no es necesario acudir a gags demasiado físicos y torpes (como es de costumbre en la actualidad) para sacar una sonrisa al espectador. Sólo hay que ver la escena del bar en que los tres personajes masculinos hablan de sus intenciones amorosas: la actuación de Oscar Levant (De amor también se muere) es de las más divertidas que he visto en el cine, y no requiere mucha escatología para hacernos reír.
Soprendente es también la forma original de presentarnos a sus protagonistas al inicio de la cinta, cada uno desde un punto de vista subjetivo... Pero la manera de introducir al personaje de la deliciosa y delicada Leslie Caron es posiblemente uno de los más efectivos y visuales del cine: va presentando su personalidad con pequeños números de baile interpretados por ella misma, cambiante según el estado que se retrata.
Nos encontramos ante uno de los mejores musicales de la historia, premiado en los Oscars con seis estatuillas, incluída mejor película; y el que tiene el número musical más largo jamás coregrafiado: 17 minutos de maravillosa música de Gershwin aunado al talento innatural de Gene Kelly en el baile.