Aprovechando el éxito residual de la primera entrega, el actor Tony Jaa (Ong Bak, Thai Dragon) se aventuró a dirigir la segunda y la tercera entrega de la saga, además de co-escribir el guión de la que nos toca hablar ahora. Y ciertamente el resultado no es el que se cabía esperar: la segunda entrega fue aceptable, pero este desenlace de la trilogía está falto de espíritu y de calidad. Se nota que el actor, luchador, director y ahora guionista no es capaz de escribir una trama envolvente y entretenida como ocurrió en el caso de la primera entrega. En esta, nos presenta una historia de venganza con más agujeros que un queso de Gruyere, con múltiples momentos en que la acción no está presente nos muestra escenas alargadas con música envolvente para darle más duración a una cinta que se podría contar en una hora y cuarto. Ese tedio se alterna con frases y diálogos simples, de personajes planos e incluso insultantes (el tonto del pueblo no lo puede ser más) y la frescura con que se nos presentó la primera entrega se transforma en un brote marchito con el trabajo tan al estilo me la cargué que han hecho Jaa y el otro director de nombre impronunciable. Para algo está el dicho de "Zapatero a tus zapatos".
Lo único bueno es el alarde técnico de las peleas y su coreografía, en esto sí que es para lo que vale el "zapatero" Tony Jaa. Repartir es lo suyo, y no escribir o dirigir.