Película francesa que destaca sobre todo por su estupenda puesta en escena y el bello diseño de producción, con una aproximación muy fiel a la sociedad de principios del siglo XX. Además, cuenta con un principio que posiblemente sea lo mejor de la película tanto a nivel de diseño (ya dicho) como a nivel de edición de vídeo y de sonido. Una recreación del estreno de la obra de Stravinsky, La Consagración de la Primavera, que fue duramente criticado por su innovadora (y dudosa) puesta en escena dentro de los círculos de la clase alta de la París de 1913 y de todos los allí presentes. El director Jan Kounen (Dobermann) logra narrar muy bien ese hecho que casi arruina la vida del compositor ruso.

Con ese principio rompedor, después nos encontramos ante una película que a veces achaca una pérdida de ritmo evidente y resulta lenta. Pero es inevitable que en biopics como estos sea más complejo introducir conflictos que agiten más la trama de lo que el espectador cree. A pesar de esto y que el conflicto principal ya se ve venir, la película nos muestra hechos que podemos desconocer: como que Coco fue mecenas de Igor Stravinsky e incluso lo acogió junto a toda su prole en una casa solariega, la invención del famoso perfume Chanel Nº 5 y, sobre todo, la representación de una mujer fuerte, independiente y resolutiva. La encarna la actriz Anna Mouglalis (Baron Noir) que sabe ser sobria en un papel de fuertes connotaciones. En el papel de Stravinsky tenemos al siempre certero y sobrio Mads Mikkelsen (Polar) cuya presencia se hace patente en la película. No cuenta con muchos diálogos pero las miradas dicen más que ciertas palabras. También destacable la interpretación de Elena Morozova en el rol de la esposa de Igor Stravinsky.

Película que es lenta, pero que se deja llevar por la banda sonora, la lujosa producción y la interpretación de sus protagonistas. Un biopic digno y con buenas tablas, que se dedica a mostrar cosas de la época y de sus personajes.