Es auténtico cine espectáculo, y en manos de Bayona pasa a ser algo más especial que si hubiera pasado a manos de alguien más elemental, que pone el piloto automático y se deja llevar por el mito de la saga. Así, el director español aporta su toque, y se hace homenajes a sí mismo (Un Monstruo Viene a Verme) y a las anteriores entregas (Jurassic Park); aparte de poner su granito de arena en el guión, aunque sea sólo un toque por aquí y otro por allá. Detrás de las cámaras demuestra que sabe cómo manejar un blockbuster de épicas dimensiones y sale airoso del envite. Junto a él está el siempre solvente Chris Pratt que vuelve al papel de domador de velocirraptores, y la luminosa Bryce Dallas Howard (su primera aparición en el filme es realmente como la defino, y así lo debe saber también Bayona), que siempre muestra un porte sólido y a la vez tierno. Junto a ellos aparecen jóvenes ayudantes, y cómo no, una niña, que visto los derroteros del principio, acaba siendo muy importante en la trama. Básicamente, la inclusión de niños es de lo más típico en la saga y quizás santo y seña del mundo jurásico que creó Steven Spielberg. Quizás, también este sea el punto débil, porque comienzan a parecerse entre todas, en este caso, es muy similar a El Mundo Perdido. De todas formas, sigue siendo un cine muy asequible, espectacular y lleno de sobresaltos. Difícil que defraude, y menos en manos de Bayona.