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Voto de Argoderse:
7
Fantástico. Aventuras. Drama En un mundo asolado por los pecados humanos, Noé, un hombre pacífico que sólo desea vivir tranquilo con su familia, recibe una misión divina: construir un Arca para salvar al mundo del inminente diluvio. Todas las noches tiene una pesadilla recurrente en la que puede ver la catástrofe provocada por ese diluvio, pero después el sueño termina con la reaparición de la vida en la Tierra. (FILMAFFINITY)
3 de abril de 2014
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Plagas, castigos, pruebas a vida o muerte y, como en el caso de Noé, diluvios universales. Esas eran las recetas del Dios del Antiguo Testamento. Una deidad vengativa y cruel con aquellos a los que creó a su imagen y semejanza. Todo lo contrario de la figura divina y redentora que se nos muestra en el Nuevo Testamento tras el advenimiento de Jesucristo, su hijo reencarnado.

Ahora y con miles de años de diferencia, Darren Aronofsky (El Luchador, El cisne negro) apuesta por el Dios vengador para aproximarse a la figura bíblica de Noé, en una película homónima que trata la vida de este personaje desde una perspectiva dramática y, en cierto modo, aventurera, metiéndose de lleno en un mundo de ficción con algún que otro mensaje previsible.

Russell Crowe, el eterno gladiador, se mete en la piel de Noé, un papel que le viene como anillo al dedo por los valores familiares de este personaje. Del resto del reparto me quedo con la satisfacción de volver a ver juntos en pantalla a Emma Watson y Logan Lerman, como ya sucediera en la fascinante Las ventajas de ser un marginado.

Desde luego el casting no podría haber sido mejor seleccionado. Todos los intérpretes están correctos en sus papeles y ninguno desentona; todo lo contrario. Sin embargo, el problema de la película radica en otro estadio: el del guión. Aronofsky surca las aguas -al pelo en esta película- del drama pasando por la aventura y la ficción, pero sin profundizar en ninguno de ellos, dejando un sabor amargo conforme el filme se va desarrollando.

Este agrio efecto se recrudece por la previsible intención de Aronofsky de intentar agradar a todo el mundo y no casarse con nadie -por el miedo al qué dirán, sin duda alguna-; algo que a veces es inevitable negar. Y es que, como es obvio, la historia de Noé parte de una concepción religiosa. No en vano es uno de los pasajes de la Biblia más populares; con lo cual, resulta obligada la aparición de un Dios, el de la tradición judeocristiana sin ir más lejos, creador y causa de todas las cosas que se aparece en sueños Noé para transmitirle su mensaje.

El realizador neoyorkino conoce, como muchos, que de un tiempo a esta parte está mal vista la condescendencia con elementos religiosos, y si son occidentalizados, más aún. Por eso, y con calzado, introduce elementos evolutivos, contradictorios con la teoría de la creación a la que pertenece esta parte de la historia, para contentar a todo el mundo y no naufragar por terrenos pantanosos que, en verdad, ni le van ni le vienen.

La espléndida fotografía y una banda sonora acorde con la épica de las imágenes contribuyen a crear un clima de entretenimiento que, pese a los miedos del director y guionista, consigue sacar a flote una película vistosa y de fácil visualización. Un resultado que, pese a todo, se agradece.

Más datos sobre esta y otras películas en el blog: http://argoderse.blogspot.com.es/
Argoderse
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