Esta miniserie sólo pretende atraer con grandes aspavientos a un público deseoso de sensaciones fuertes, vengan o no vengan a cuento.

Quiere ser de suspense sólo porque el guionista se calla la trama enrevesada hasta el último episodio. Mientras tanto va mezclando escenas incomprensibles. Algunas de ellas se quedan en el aire sin que se vuelva a hablar de ellas. Otras rezuman una violencia gratuita y muy repulsiva. La mayoría de los personajes son incomprensibles y también resultan repulsivos. Hay muy poco credibilidad en todas las situaciones.

Y, para colmo, el montaje está jugando todo el rato a intercambiar diversos flashbacks con diferencia de pocos años, o incluso pocos meses, sin que se entienda bien a veces la cronología de lo que se quiere relatar.