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Voto de Nanofilis:
6
6,6
8.074
Drama. Comedia
Park Slope, Brooklyn, 1986. Walt Berkman, de 16 años, es un chico muy sugestionable. Su hermano Frank, de doce, bebe cerveza y habla sin pudor de la vida sexual de su madre. De repente, ambos tienen que enfrentarse al estallido de una crisis familiar: sus padres, Bernard, un profesor de mediana edad, y Joan, una prometedora escritora que va a publicar un libro, han decidido separarse. La custodia compartida obliga a los chicos a ... [+]
20 de marzo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Breves apuntes sobre "El calamar y la ballena" ,sí, con la traducción al castellano se pierde parte del sentido de la película.
Empezaré por vomitar todo, y es mucho, lo que no acaba de funcionar en la película:
Promete más de lo que da. Y, ¿otra vez en Brooklyn? Ya vale Woody, más allá de ese perímetro también hay vida. Y qué decir de los personajes meramente funcionales: amigo (¡ejem!), novia (¡ejem!). Y de su escasísima duración que impide el correcto devenir dramático. ¡Y qué cortita va técnicamente! Por no hablar de unos giros impropios de un director que no sea unineuronal: ¿De verdad tras el divorcio los hijos van a preguntar por el maldito gato? Yo, que no vivo en Brooklyn creo que no, pero vaya usted a saber. De la escena del niño dipsómano mejor ni hablamos...
¡Y como me molesta ese intento por captar la vida en sí misma! . Así solo se crea un cine artificial. Pretender aprehender la vida y solo la vida únicamente logra falsearla y cubrirla bajo la pátina del disimulo y del engaño. "Cinema verité" en ficción no, por todos lo santos. A ello contribuye el montaje tan abrupto y cortante, "necesario" para esa captación de vida. A nivel narrativo nos encontramos con la típica cinta independiente americana. Todo se desmorona: el matrimonio de los padres, la vida de los chavales, las relaciones de los padres con los chavales, de los chavales con las chavalas. Todo se va al traste. Porque es una cinta que narra el tránsito, la fuga, y por tanto, la inestabilidad consustancial que ello acarrea, y si le añadimos rupturas y adolescencias la cosa no parece mejorar. Indie americano de los noventa, vamos.
¡Y qué filistea es la película! Critica la figura del padre-déspota-intelectual pero da la sensación de que no se cree su propia crítica. Véase el resto de filmografía del director: perpetuas citas y referencias que oscilan entre la obviedad y el coolturetismo americano. Todos son americanos, si no franceses, con Godard y Eustache a la cabeza. A excepción de Kafka, santo patrón de los niños mimados incomprendidos y posmodernos. La película, por supuesto, está producida por Wes Anderson. También podría estar detrás de ella Linklater o algún otro ex-hipster meta-atlántico. Y se nota, claro que se nota. Ese tufillo a neoyorkino posher gafapastil.
¿Y las ballenas? ¿Qué tendrán las ballenas? ¡Por el amor de Dios! No creo que todos sean unos fanáticos de Moby Dick. Hay mucho Zelig por ahí suelto. Muy fuerte debe ser ese sentimiento telúrico que deben desprender: prisión y e isla oceánica, viaje silencioso y terror blanco. La ballena: siempre vieja, siempre oculta, siempre arcana. Secreta. Silenciosa. Sola. No, ya vale. No todos somo Jonás ni Ahab, y esta historia se desarrolla en Brooklyn, no en Nantucket. Dinosaurio marino, tus metáforas son demasiado profundas como para exponerlas a la banalidad de la mirada embobada del creador de Facebook.
Hala, ya me he quedado tranquilo. Este es el tipo de critica que me gusta. Destrozando sin piedad la obra de cualquier neófito que quiera pasar su trabajo de fin de carrera como...
Empezaré por vomitar todo, y es mucho, lo que no acaba de funcionar en la película:
Promete más de lo que da. Y, ¿otra vez en Brooklyn? Ya vale Woody, más allá de ese perímetro también hay vida. Y qué decir de los personajes meramente funcionales: amigo (¡ejem!), novia (¡ejem!). Y de su escasísima duración que impide el correcto devenir dramático. ¡Y qué cortita va técnicamente! Por no hablar de unos giros impropios de un director que no sea unineuronal: ¿De verdad tras el divorcio los hijos van a preguntar por el maldito gato? Yo, que no vivo en Brooklyn creo que no, pero vaya usted a saber. De la escena del niño dipsómano mejor ni hablamos...
¡Y como me molesta ese intento por captar la vida en sí misma! . Así solo se crea un cine artificial. Pretender aprehender la vida y solo la vida únicamente logra falsearla y cubrirla bajo la pátina del disimulo y del engaño. "Cinema verité" en ficción no, por todos lo santos. A ello contribuye el montaje tan abrupto y cortante, "necesario" para esa captación de vida. A nivel narrativo nos encontramos con la típica cinta independiente americana. Todo se desmorona: el matrimonio de los padres, la vida de los chavales, las relaciones de los padres con los chavales, de los chavales con las chavalas. Todo se va al traste. Porque es una cinta que narra el tránsito, la fuga, y por tanto, la inestabilidad consustancial que ello acarrea, y si le añadimos rupturas y adolescencias la cosa no parece mejorar. Indie americano de los noventa, vamos.
¡Y qué filistea es la película! Critica la figura del padre-déspota-intelectual pero da la sensación de que no se cree su propia crítica. Véase el resto de filmografía del director: perpetuas citas y referencias que oscilan entre la obviedad y el coolturetismo americano. Todos son americanos, si no franceses, con Godard y Eustache a la cabeza. A excepción de Kafka, santo patrón de los niños mimados incomprendidos y posmodernos. La película, por supuesto, está producida por Wes Anderson. También podría estar detrás de ella Linklater o algún otro ex-hipster meta-atlántico. Y se nota, claro que se nota. Ese tufillo a neoyorkino posher gafapastil.
¿Y las ballenas? ¿Qué tendrán las ballenas? ¡Por el amor de Dios! No creo que todos sean unos fanáticos de Moby Dick. Hay mucho Zelig por ahí suelto. Muy fuerte debe ser ese sentimiento telúrico que deben desprender: prisión y e isla oceánica, viaje silencioso y terror blanco. La ballena: siempre vieja, siempre oculta, siempre arcana. Secreta. Silenciosa. Sola. No, ya vale. No todos somo Jonás ni Ahab, y esta historia se desarrolla en Brooklyn, no en Nantucket. Dinosaurio marino, tus metáforas son demasiado profundas como para exponerlas a la banalidad de la mirada embobada del creador de Facebook.
Hala, ya me he quedado tranquilo. Este es el tipo de critica que me gusta. Destrozando sin piedad la obra de cualquier neófito que quiera pasar su trabajo de fin de carrera como...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
-¿Y por qué le pones un 6 si tan mala te ha parecido?
Por el tratamiento de dos temas que, a mi modo de ver, se hallan bien descritos y reflejados en la narración de los acontecimientos; a saber:
Matar al padre, así de crudo, así de claro. Todos los individuos de esa familia viven bajo la atenta mirada del jefe del clan, la ansiedad de la influencia es palpable en cada línea de diálogo: El niño pequeño al entrenador de tenis: ¿eres un filisteo? (¡Porque mi padre les odia!) El chico mayor al padre: ¿Debo experimentar más? (Porque haré lo que me digas, sea lo que sea). Todos se hallan bajo su radio de acción e influencia. Se ha labrado la fama del intelectual de la familia y no va a permitir ninguna fisura en esa estable capa de autoridad. La película trata de las diferentes formas que tienen los restantes miembros de la familia de liberarse de su yugo: la mujer, mediante el éxito profesional y posterior divorcio (-Cambiaste el final como te dije? -No), el niño, mediante conductas salvajes impropias para su edad, y el mayor, mediante elecciones éticas que determinarán su propia vida (-Hijo, llama a la rubia, se parece a Monica Witti de joven) ¿A quien llama? A la morena; así se mata al pater familias. Así se empieza a tener un criterio, una brújula que ya no es compartida, así se empieza a tener, en definitiva, una vida elegida y asumida como propia.
El enfoque que se le da a la sexualidad. Los personajes la viven con suma naturalidad, en ningún momento esconden sus impulsos más voraces. Y esta alcanza a todas las edades: desde el niño que comienza a experimentar y a descubrir, como a unos padres que, más allá de su paternidad, no se comportan como amebas andantes. Y desean, y ambicionan, y tropiezan y continúan su viaje sentimental con la esperanza de que su vida pueda ser mejor, o al menos, diferente.
Por cierto, ¿de verdad nadie se pispó de que la canción era de Pink Floyd?
Por el tratamiento de dos temas que, a mi modo de ver, se hallan bien descritos y reflejados en la narración de los acontecimientos; a saber:
Matar al padre, así de crudo, así de claro. Todos los individuos de esa familia viven bajo la atenta mirada del jefe del clan, la ansiedad de la influencia es palpable en cada línea de diálogo: El niño pequeño al entrenador de tenis: ¿eres un filisteo? (¡Porque mi padre les odia!) El chico mayor al padre: ¿Debo experimentar más? (Porque haré lo que me digas, sea lo que sea). Todos se hallan bajo su radio de acción e influencia. Se ha labrado la fama del intelectual de la familia y no va a permitir ninguna fisura en esa estable capa de autoridad. La película trata de las diferentes formas que tienen los restantes miembros de la familia de liberarse de su yugo: la mujer, mediante el éxito profesional y posterior divorcio (-Cambiaste el final como te dije? -No), el niño, mediante conductas salvajes impropias para su edad, y el mayor, mediante elecciones éticas que determinarán su propia vida (-Hijo, llama a la rubia, se parece a Monica Witti de joven) ¿A quien llama? A la morena; así se mata al pater familias. Así se empieza a tener un criterio, una brújula que ya no es compartida, así se empieza a tener, en definitiva, una vida elegida y asumida como propia.
El enfoque que se le da a la sexualidad. Los personajes la viven con suma naturalidad, en ningún momento esconden sus impulsos más voraces. Y esta alcanza a todas las edades: desde el niño que comienza a experimentar y a descubrir, como a unos padres que, más allá de su paternidad, no se comportan como amebas andantes. Y desean, y ambicionan, y tropiezan y continúan su viaje sentimental con la esperanza de que su vida pueda ser mejor, o al menos, diferente.
Por cierto, ¿de verdad nadie se pispó de que la canción era de Pink Floyd?