Si Poder absoluto no fuese de Clint Eastwood, tendría peor nota. Hay un amplio sector de la crítica que le alaba haga lo que haga, o dicho de otra forma, le perdona casi cualquier cosa. Sin ser un experto en su filmografía, reconozco que sus películas se caracterizan por estar bien hechas, aunque casi nunca llegan a ser redondas. Sólo a Mystic River puedo considerarla una obra maestra, y eso que tampoco me pareció redonda del todo.

Ésta que nos ocupa tiene todo lo bueno que tienen las películas de Eastwood (trama, ritmo, reparto, fotografía), pero también unos fallos bastante insalvables. No destrozan la película pero están a punto. El ejemplo más claro, y no digo más por no destripar nada, lo tenemos en la inverosímil habilidad de Eastwood para colarse en todos lados sin que nunca le pase nada.

La trama como tal es interesante y tiene el suficiente empaque como para protagonizar una buena película, del mismo modo que el reparto, a pesar de Clint Eastwood haciendo de Clint Eastwood. Gene Hackman, Ed Harris y una espléndida Judy Davis sobresalen por encima del resto. Es una pena que desaprovechen a Richard Jenkins de esta manera.

Conclusión: si Poder absoluto fuese menos efectista otro gallo cantaría