"La intérprete" no pasará a la historia, quizás por su falta de pasión y profundidad, siendo ese su único error, pero desde luego, estamos ante una película interesante e inteligente, con una tensión constante y que traslada un mensaje político más que importante. La trama me mantuvo atento todo el metraje y, aunque parezca enrevesada, se va entendiendo con el paso de los minutos.

Pocos serán los que sepan como funciona la ONU o si el hecho detonador es inverosímil de todo punto o no, por lo que el espectador medio debe creerse lo que le ponen delante, a no ser que sea absolutamente descabellado. Y, sinceramente, nada de lo que vi me pareció tan disparatado como para sacarme de la historia.

Nicole Kidman y Sean Penn son dos actores estupendos, aunque la química entre ellos es nula. Forman una pareja extraña, casi marciana, pero no se puede reprochar nada a sus actuaciones. Quizás sí a la historia tan dramática y parecida que soportan, pero es cierto que una película no se hace sin historias personales, así que se perdona. Se le perdona porque todo lo demás es muy bueno.

El final termina de engrandecer este producto. Ya me estaba imaginando algo al estilo de "Pretty Woman" y él "salvándola" o viceversa. Gracias, Sydney Pollack, o a quien corresponda, por un final atrevido, porque sí, en Hollywood un final así es atrevido.