Muy buena película. No llega a la altura de las "Banderas de nuestros padres" ni ''Cartas desde Iwo Jima'' de Clint Eastwood pero no le queda lejos. Y el argumento no difiere mucho: mantener un punto mínimo pero muy importante estratégicamente. En este caso la contraposición de los dos lados del río en Shanghai es de una crudeza maravillosa. Una batalla sin sentido para el que defiende la posición que sabe que va a perder y, posiblemente, a morir.
En alguna crítica se pide rigor histórico pero esto es cine y no un documental. Ni en esas dos películas de Eastwood, ni en las múltiples que se han hecho sobre la II Guerra Mundial (Pearl Harbour, por ejemplo) ha existido ese rigor que se pide a esta por ser China. Y en algunas, como los juicios de Nuremberg, hay documentos más que suficientes para que así fuera; pero el cine no necesita ni quiere rigor histórico porque sería muy aburrido. Y, por cierto, a los que piden eso para esta película debieran citar las fuentes que apoyan que esta película se aleja mucho de la realidad.
Fuera de China se ven pocas películas sobre los genocidios cometidos por los japoneses allí a lo largo de los siglos.
Ciñéndonos a la película hay que decir que la fotografía, en ese gris feo del edificio y esos rojos chillones del otro lado del río, es extraordinaria.