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Voto de Sabino (Diari Menorca):
3
Ciencia ficción. Aventuras. Acción Katniss Everdeen se encuentra en el Distrito 13 después de destrozar los Juegos para siempre. Bajo el liderazgo de la comandante Coin y el consejo de sus amigos más leales, Katniss extiende sus alas mientras lucha por salvar a Peeta Mellark y a una nación alentada por su valentía... Tercera y última entrega de la saga literaria "Los juegos del hambre" de Suzanne Collins, que se divide en dos películas. (FILMAFFINITY)
25 de noviembre de 2014
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
(+) La (inocua pero emocionante) presencia de ese Phillip Seymour Hoffman casi fantasmal.
(-) El (hipotético) veneno antitotalitarista del inicio se ha diluido en un (todavía más) absurdo sirope mesiánico-juvenil.
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Primero fueron los hermanos Wachowski, quienes desdoblaron la secuela de ‘Matrix’ en un engorroso y confuso panfleto de revolución ‘new age’ a cámara lenta… Luego vinieron las sagas juveniles de ‘Harry Potter’ y ‘Crepúsculo’, incapaces tanto de abandonar la teta del dólar literario como de aventurarse a nuevos terrenos exclusivamente cinematográficos, y que acabaron dividiendo sus respectivos capítulos finales por la simple regla de tres de doblar beneficios… El colmo eterno será siempre para Peter Jackson, con tres películas de no poco metraje precisamente, para “sintetizar” las trescientas páginas de ‘El Hobbit’ y así hurgar con triple fruición en el bolsillo del pobre fan tolkieniano…El sacrificio absoluto de la narrativa cinematográfica en pos de un doble efecto monetario en taquilla llega también a la saga de ‘Los Juegos del Hambre’… Lo peor no es comprobar cómo los ejecutivos de las grandes productoras hollywoodienses tienen la medida tomada a la imbecilidad del público actual… Lo realmente insano es asistir a ello desde una saga cómplice con la actualidad y que, supuestamente, dinamita la globalización del entertainment y pretende ofrecer un metafórico prisma ‘orwelliano’ a las nuevas generaciones… Al final, esa chavala con trenzas que, a base de flechas y argucias amatorias, debía acabar con la sordidez del show business despiadado a escala mundial, el Gran Hermano del siglo XXI, también prefiere el suculento euro multiplicado por dos…
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Lo mejor de la saga literaria ‘Los Juegos del Hambre’ de Suzanne Collins es su pragmatismo espiritual, su seca y contundente advertencia sobre el absolutismo del poder, la enajenación de la voluntad individual y la clara sublevación contra la principal arma de la que dispone el régimen económico actual: la feroz competitividad del mindundi cualquiera por hacerse un hueco en la viralidad circense de Internet, en el nuevo capitalismo cultural, en el reality show más gigantesco, en el entertainment globalizado que nos rodea… Su posterior adaptación cinematográfica siempre ha jugado peligrosamente con un arma de doble filo; su propio ensamblaje interior genera, maquiavélicamente, un elaborado juego de espejos en su sistema argumental, diseñado como otro gigantesco plató en el que los personajes anónimos deben ser protagonistas absolutos o morir en el intento…Llevada al cine, la áspera caligrafía de Collins sufre una sobreexposición mediática paralela, pues se inocula en la masa pública merced al Gran Blockbuster, formato accesible, prefijado, fácilmente digerible, con jóvenes estrellas emergentes, secundarios contrastados y realizadores asépticos, sin apenas inquietud ni voz cinematográfica propia…
A pesar de ello, las dos primeras partes cinematográficas resistieron bastante bien la arriesgada puesta en escena a la que hacían frente y la embestida conceptual que conllevaba, con fuerte contraste entre la podredumbre de los doce distritos, herencia fotográfica del New Deal en la Norteamérica de los años 30, y ese estrambótico Capitolio de brillantina y tupés imposibles; los distintos escenarios naturales donde se desarrollaban las distintas fases eliminatorias entre los adolescentes elegidos para la gloria también estuvieron, gracias a un notable uso de la tecnología digital, a la altura del imaginario literario…Tanto Gary Ross en la primera ‘Los Juegos del Hambre’ (‘The Hunger Games’, 2012) como Francis Lawrence en la siguiente ‘Los Juegos del Hambre: En Llamas’ (‘The Hunger Games: Catching Fire’, 2013) aportaron pragmatismo al asunto, con una dirección consensual y banal que integraba con simpleza la ficción editorial a su dibujo cinematográfico, mucho más descafeinado y facilón que la embrutecida y cruda distopia futurista que quiso plasmar Collins en sus libros, eso sí, pero con eficacia suficiente… El mismo Lawrence se hace cargo de las dos terceras partes de ‘Los Juegos del Hambre: Sinsajo’, por lo que este cuento de nunca acabar parece abonarse a su soso y biempensante continuismo…
De hecho, ‘Los Juegos del Hambre: Sinsajo. Parte 1’ (‘The Hunger Games: Mochingjay-Part 1’, 2014) no es más que una retahíla de situaciones muy reconocibles en sagas de este tipo, tópicos más que resobados en mil y una secuelas, y caricaturas más o menos humillantes de lo que fueron los personajes protagonistas en sus inicios… ¿Podría ser peor? Pues sí…Al multiplicarse el minutaje para llevar a cabo una tercera entrega más rentable, la acción se ralentiza hasta la náusea, la narración se detiene constantemente, aparecen escenas de la nada, ridículas e inútiles (creadas para alargar el metraje, of course, como chicle mascado hasta el sinsabor) y el efecto dramático no es otro que el del aburrimiento y la desesperación… La supuesta revolución que protagoniza Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), a la que el actor Donald Sutherland, el presidente Snow, llega a comparar con Juana de Arco e, incluso, Jesucristo, acaba en un endiosamiento falaz, encharcado en la ciénaga de su propia autocomplacencia y los suculentos dividendos bancarios, que aún tienen pendiente estreno el año que viene… ¿Temíais una masa adolescente entregada al silbido del pajarillo, manifestada contra la mansedumbre y la opresión, con la mano levantada y los dedos índice y corazón en alto? Tranquilos, si los chavales abren la boca, será para bostezar…
Sabino (Diari Menorca)
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