Comparte con Villa Alegre la presencia de María Isbert. No sé por qué pero lo poco que he visto de ella aparece casi siempre encarnando personajes de criadas poco agraciadas y en registros paródicos tipo astracán o teatro popular.
Lo cierto es que me molesta bastante este encasillamiento, pues tiene un físico atractivo y una belleza poco usual.

Otro paralelismo es la temática de ambas películas: el transporte por carretera. En un caso el estraperlismo con viejos chevrolet y ford en el otro con viejos vehículos de los años veinte.

Esta película en concreto creo que habría que valorarla al ser vista con los ojos de un espectador de 1956. Ofrece un héroe lampiño, de buen carácter, empático, con habilidades sociales, cariñoso, positivo, al igual que el Mairena de Villa Alegre. No son personajes hirsutos, híspidos, broncos, son más bien femeninos, sin rencor, constructivos, implicados en el mundo del trabajo. Un modelo, por llamarlo así, afecto al régimen.

La visión que se nos da del mundo rural es idílica y bucólica, idealizada, pero bonita en su ingenuidad, que enlaza con la propaganda del régimen. Régimen que dicho sea de paso relegó el campo a la miseria en favor del desarrollo industrial y urbano.

¿Por qué verla ? Por María Isbert, con una sexualidad soterrada bajo esos papeles de chacha tonta, por Valderrama y por el optimismo y encanto de este cine de los años 40 y 50 muy superior ahora al cine ideologizado y plúmbeo tipo Bardem...políticamente...estéticamente...bla...bla...bla..sí, en efecto , el suyo.