Una de las grandes bazas de “MONTEPERDIDO” es el conjunto de localizaciones naturales en las que se ha rodado esta serie, que se beneficia de una fotografía espectacular en la comarca de la Ribagorza, en el Pirineo Aragonés. Las calles de localidades oscenses como Benasque y Cerler dan vida al pueblo ficticio de Monteperdido y sus alrededores son recreados gracias a lugares como Llanos del Hospital, el barranco de Remuñe, la Besurta, los bosques de Benasque, Senarta o el río Ésera... En ese sentido, la serie es una gozada (animo a verla o repasarla en Amazon Prime Video, donde la serie está disponible y la calidad de imagen es espectacular) y hay ocasiones en las que te dan ganas de parar el vídeo y hacer una captura de pantalla para ponértela de fondo de escritorio del ordenador.

Otro de los aciertos de la serie es un secundario perruno de lujo: el samoyedo “Nieve”, la mascota de Victor Gamero, el cabo de la Guardia Civil, precioso can que se gana el corazón de la audiencia nada mas salir en pantalla y al que dan ganas de achucharle hasta dejarlo sin pelo pero que enseguida padece los desequilibrios emocionales de la sargento de la Unidad Central Operativa Sara Campos (pocas veces un personaje principal empieza su relación con el espectador con tan mala pata, literalmente) de la UCO, aunque por fortuna, “Nieve” es un pedazo de pan y no parece guardarle rencor a la sargento (total, pensaría el perro, en este pueblo están todos locos, así que una mas pues ni se nota).

En cuanto a la trama, la parte del “thriller” está bien urdida y de hecho hay dos sonoras sorpresas en forma de detonación de arma de fuego que realmente nadie se espera y que sirven para que la sargento Campos salga de esa suerte de estado de gilipollez permanente en la que vive sumida al principio, se ponga las botas y empiece a actuar como una policía y no como la paciente abobada de un terapeuta. Donde creo que el guión patina mas es en el tema de las relaciones intracomunitarias y los traumas personales que arrastran los vecinos de ese pueblo, sin duda por querer que la adaptación televisiva sea excesivamente fiel a la novela de Agustín Martínez. También creo que deberían haberse trabajado más algunos aspectos d la vida del pueblo de Monteperdido para hacerlo más creíble, por ejemplo, sus fuentes de riqueza y trabajo, pues cuesta creer que semejante nivel de vida se sustente con un pequeño negocio de transportes y unas cuántas excursiones cinegéticas y senderistas.

En cuanto a las dos jóvenes coprotagonistas que encarnan a las adolescentes secuestradas, se las nota mucho la falta de experiencia actoral. Y el personaje de Ana llega a ser realmente plomizo, mas o menos como los otros adolescentes agilipollados que salen en la serie.

En resumen, una serie entretenida enmarcada en el “thriller psicológico” con preciosos paisajes, un perro encantador, un guión con altibajos y unos adolescentes insufribles.