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España España · santiago de compostela
Voto de berenice:
3
Drama Imperio Nuevo. Egipto se encuentra en una difícil coyuntura. Por una parte, los asirios amenazan con invadir el país y, por otra, el empobrecimiento del pueblo es cada vez mayor. Una vez proclamado faraón, el joven Ramsés XIII (que nunca existió) decide poner remedio a esta situación sirviéndose de las riquezas de la casta sacerdotal, que concentra en sus manos el poder económico, religioso y, de hecho, también el político. (FILMAFFINITY) [+]
17 de marzo de 2013
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque a mi mujer le gustó, a mí me parece un insoportable tostón de proporciones bíblicas, una de las películas más plúmbeas que he podido contemplar en los últimos tiempos. No la justificaré por tratar de temas intemporales, (el poder, el orgullo ciego de la juventud, la lucha entre religión y estado). Es al revés, el intelectual Kawalerowicz viola esos temas, se aprovecha de ellos y de su eterna actualidad, para perpetrar su tostón.
Luego está lo de la supuesta autenticidad histórica. Visto todo desde un salón español del siglo XXI todo puede parecer posible, claro, incluso para los que tenemos algún libro en casa. Para empezar, el faraón es inventado y está todo lleno de anacronismos, como han señalado otros usuarios más cultos. Para seguir, todo está en planos tan cercanos que nunca se ven los fondos, con lo que nos agarramos básicamente al vestuario. Para continuar, los monumentos, (reales), están tan deteriorados como en los años sesenta del siglo XX, (¿no estamos mil quinientos años antes de Cristo?). Más: los egipcios eran amantes del agua y los vergeles, como los árabes. Sin embargo, a estos les gusta pasarse la vida en el desierto, en la arena, (porque es más dramático, más hierático, más grandioso). Hay un montón de polacos de piel blanca que debieron de acabar con el presupuesto comprando Isdin factor 50, todos con las calvas y el cuerpo al aire. Como en los bajorrelieves de las tumbas reales las figuras están quietas, todo el mundo se queda quieto para que todo sea "más egipcio". Más hieratismo, estatismo. El faraón departe desde su trono no como un hombre, sino como una estatua. En realidad, todos son estatuas. Los muertos caen con desgana de escayola, no sea que un exceso de dinamismo reduzca la solemnidad. Y, en fin, todo rezuma una pretenciosidad intelectualoide absolutamente insoportable. Pero insoportable de verdad, de morise de aburrimiento. No digo que los diálogos sean malos, al revés, son sentencias sabiondas, de esas de hojas de almanaque: "los tratados nunca protegen al débil", etc, etc,... es la manera plúmbea de decirlos grandilocuentemente, con el tono y el gesto petrificado, con voz insensible de robot de Telefónica: "si las tropas están listas, pulse almohadilla".
Cuando un servidor estudiaba Historia en la Universidad de Santiago, la maravillosa Carmen Pallares nos transmitía siempre un punto escéptico. Ella llegaba a decir que nunca sabremos gran cosa de cómo era la mentalidad de Galicia en la Edad Media, a pesar de la documentación y de cómo se ha avanzado. Se refería a un territorio conocido y a una época, (la Edad Media), que, aunque lejana, podría ser antesdeayer si la comparamos con el Antiguo Egipto. Sin embargo, desde un salón español tantos se atreven a decir que "Faraón" es lo más de lo más en verosimilitud histórica. No sabemos cómo eran nuestras propias calles en el siglo XIX, por ejemplo, pero el Egipto de Kawalerowicz es auténtico de la muerte. Esto es cine, leñe, no elucubración histórica. En fin, lean lo que dice The Luiser Spaceman en su maravillosa crítica, más benigna que la mía, (y, por tanto, seguramente más ajustada a la objetividad). Gracias por escribirla, ya está entre mis críticas favoritas.
berenice
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