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Cine negro. Thriller
Cuando Kelly Sherwood, una joven empleada de banca, regresa a su domicilio en un barrio de San Francisco, es atacada por un desconocido que le exige que robe cien mil dólares del banco donde trabaja; si no cumple sus órdenes, asesinará a su hermana Toby. Aterrorizada, la joven se pone en contacto con el FBI, pero las pistas que aporta son muy escasas. (FILMAFFINITY)
9 de octubre de 2013
15 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Blake Edwards adquirió una reputación, hoy inexplicable, durante los 60 y 70, sobre todo en el difícil arte de hacer comedias. Aquí le pega al thriller, contándonos la historia de una nenaza y una mujer. De la nenaza sólo sabemos que es imposible que dé miedo, que traza unos planes absurdos y que es tan buena que la palabra "nenaza" se queda corta. Son varias las escenas donde podría demostrar maldad y la cosa se queda casi en hermanitas de la caridad. Por si nadie se daba cuenta de este hecho, además resulta que ama a los niños. Así que, con estos mimbres, no es de extrañar que Lee Remick no se muestre casi nunca aterrorizada; bueno, de hecho, es que no se muestra casi nunca, de tan desdibujado como está el personaje.
Aparece después un policía estólido, con la magnética presencia de Glenn Ford, sí, pero más desdibujado aún. Entre él y sus colegas del FBI hacen que, realmente, la mujer esté blindada, así que no hay preocupación ni miedo en ningún momento. Algo malo en un trhiller. Cuando, contra todo pronóstico, la nenaza mala consigue, de cuando en cuando, acceder a la víctima, se usan para ello unos subterfugios argumentales que producen rubor. El del disfraz de vieja da pena, pero aún es peor el que comento en spoiler. Los personajes secundarios, como ese ridículo Palomitas sin moral pero íntegro y de una pieza, para qué comentarlos. Y, a pesar de que la cinta transcurre todo el tiempo por rutinas reconocibles, (barrios de clase media, pubs llenos de gente, piscinas públicas...), no se ha evitado la tentación de acabar con un gran tour de force con menos aliento dramático que un chiste de Jaimito. La sensación final, desesperante, es: "¿cómo este pobre diablo inofensivo ha montado él solo este coñazo de dos horas y ha liado a tanta gente?" Porque esa es otra: la duración insufrible de la película. Vaya bodrio, dios!
En suma, en la inmensa montaña de trhillers olvidados y olvidadables, no merece la pena rebuscar para sacar a la luz otra vez este de Edwards. Por más que el director vaya de moderno y filme a sus personajes en atrevidos escorzos y claroscuros. Ni siquiera el gran Mancini, más sobrio que nunca, aporta nada. Busquen en cualquier canal de televisión, incluso producto nacional, ("El comisario"), si quieren pasar un ratito viendo policías. Lo de ver cine es otra cosa.
Después llegarían las panteras rosas, verdaderos bodrios con buena reputación. Eso es otra historia.
Aparece después un policía estólido, con la magnética presencia de Glenn Ford, sí, pero más desdibujado aún. Entre él y sus colegas del FBI hacen que, realmente, la mujer esté blindada, así que no hay preocupación ni miedo en ningún momento. Algo malo en un trhiller. Cuando, contra todo pronóstico, la nenaza mala consigue, de cuando en cuando, acceder a la víctima, se usan para ello unos subterfugios argumentales que producen rubor. El del disfraz de vieja da pena, pero aún es peor el que comento en spoiler. Los personajes secundarios, como ese ridículo Palomitas sin moral pero íntegro y de una pieza, para qué comentarlos. Y, a pesar de que la cinta transcurre todo el tiempo por rutinas reconocibles, (barrios de clase media, pubs llenos de gente, piscinas públicas...), no se ha evitado la tentación de acabar con un gran tour de force con menos aliento dramático que un chiste de Jaimito. La sensación final, desesperante, es: "¿cómo este pobre diablo inofensivo ha montado él solo este coñazo de dos horas y ha liado a tanta gente?" Porque esa es otra: la duración insufrible de la película. Vaya bodrio, dios!
En suma, en la inmensa montaña de trhillers olvidados y olvidadables, no merece la pena rebuscar para sacar a la luz otra vez este de Edwards. Por más que el director vaya de moderno y filme a sus personajes en atrevidos escorzos y claroscuros. Ni siquiera el gran Mancini, más sobrio que nunca, aporta nada. Busquen en cualquier canal de televisión, incluso producto nacional, ("El comisario"), si quieren pasar un ratito viendo policías. Lo de ver cine es otra cosa.
Después llegarían las panteras rosas, verdaderos bodrios con buena reputación. Eso es otra historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
De entre las muchas escenas estúpidas me quedo con dos:
la mujer roba el banco preocupadísima de que la pillen cuando todo el mundo, también su jefe, sabe que quizá tenga que robar el banco. Las medidas de seguridad a la salida, de antología.
Y la escena que convierte en genios al resto de los mortales que no somos la hermanita de 16 años: con la que está cayendo, y tal y como está el patio, sube a ese coche con el desconocido. Para llorar, nosotros y todo el dispositivo policial, que sólo afloja aquí para poder continuar con algo tan absurdo.
la mujer roba el banco preocupadísima de que la pillen cuando todo el mundo, también su jefe, sabe que quizá tenga que robar el banco. Las medidas de seguridad a la salida, de antología.
Y la escena que convierte en genios al resto de los mortales que no somos la hermanita de 16 años: con la que está cayendo, y tal y como está el patio, sube a ese coche con el desconocido. Para llorar, nosotros y todo el dispositivo policial, que sólo afloja aquí para poder continuar con algo tan absurdo.