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Voto de José (FullPush):
9
Drama “La Gaviota” es un caserón situado en las afueras de una ciudad del norte de España. En ella viven Agustín, médico y zahorí, su mujer, maestra represaliada por el franquismo, y su hija Estrella. La niña, desde su infancia, sospecha que su padre oculta un secreto. (FILMAFFINITY)
19 de agosto de 2013
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacer poesía es esconder la mano en el momento justo, jugar con las expectativas y hacer del que visiona un malabarista más; promover, en fin, la alimentación bidireccional entre obra y espectador, pues sin ojo que analice no hay milagro. Es en este análisis donde encontraremos -o echaremos en falta- la riqueza potencial del cuadro, en la medida que éste se preste a la interpretación y, con ella, se universalice, se expanda en reverberaciones de mayor o menor calado emocional, pero caudal ha de atisbarse, al margen de su furia o parquedad, lo importante es conducirse hacia ninguna parte, hacia dentro de uno mismo, y rascar. Hasta la víscera si así se precisara, aunque al desgarro conviene poner límites. Diremos que son cuatro, tantos como puntos cardinales.

Víctor Erice hace poesía con El sur, tanto da si intencionadamente, aunque la intención lo es todo. Paradojas. El caso es que no siempre se consigue ese sutil estremecimiento necesario para la poética (la redundancia suele ser un enemigo feroz en este caso), pero el director salva los muebles a base de elipsis y una calidez en general que atrapan casi sin quererlo. Entonces no hay vuelta de hoja, estás en consonancia con el viento y sus designios son los tuyos. La duda flotando en esa casa exuda autenticidad, un misterio al que los años sacan lustre desde su atalaya, reservándose los nombres. Bastará un susurro.

Escenas como la del baile, en que una simple silla adquiere un protagonismo premonitorio, fatal, si se quiere, son esencia donde la intuición nos dice que se avecina el cambio. Poco después, las elipsis, la elipsis de una vida entera: qué poco cambian los árboles si no es por mano del hombre, pero en el trayecto hemos aprendido el equilibrio. Mientras tanto, las plumas brillan como hechas de oro, y las reminiscencias de aquel que encontraba el agua sin argucias se diluyen, dando paso a un sueño de carteles que son cine. Un encuentro colectivo donde se confunden las pantallas y se aprecian los espejos.

En El sur, como en la vida, las cosas pasan como sin notarse.
José (FullPush)
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