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Terror
Año 1838. En la ciudad de Wisborg viven felices el joven Hutter y su mujer Ellen, hasta que el oscuro agente inmobiliario Knock decide enviar a Hutter a Transilvania para cerrar un negocio con el conde Orlok. Se trata de la venta de una finca de Wisborg, que linda con la casa de Hutter. Durante el largo viaje, Hutter pernocta en una posada, donde ojea un viejo tratado sobre vampiros que encuentra en su habitación. Una vez en el ... [+]
13 de junio de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recorre el espinazo un extraño escalofrío, un vestigio de tiempos insondables, una era donde el terror se alzaba más allá del cuarto muro construido por una cámara encadenada. La sombra viaja rasgando el rayo de luz, tanteando, a través del proyector. Los rótulos invocan leyendas muertas encerradas en los Cárpatos rumanos. El ‘no muerto’ se alza, animado por la oscuridad que baña la sala. Nosferatu, yendo más allá de su plano de existencia, gana la inmortalidad gracias al trabajo de otro eterno, Murnau.
Los exteriores desolados del film imitan las pinturas del alemán Caspar David Friedrich, que rechazaba los iconos religiosos artificiales para buscar la divinidad en la propia naturaleza, de este modo el espectador siente un desasosiego producido por el poder y el acecho de los poderes ocultos tras los bosques y las montañas. Esta devastación e intranquilidad del alma humana se hacen visibles a través de los paisajes, en los que la naturaleza devora, con hojas y arena, los cimientos construidos por el ser humano, convertido en un ser diminuto e insignificante. De este romanticismo y de las ruinas del arte gótico nace Nosferatu, parte del cine expresionista, y se impone la estética que daría una base a posteriores trabajos sobre el vampiro de Stoker. A partir de este concepto visual Murnau idearía técnicas que aún siguen vigentes en la actualidad: la inversión de colores, el juego de sombras, el stop motion, la cámara rápida y la continuidad de la acción más allá del marco delimitado por la lente de la cámara, por no hablar de los movimientos de la propia cámara, un inquietud que se desatará a lo grande en El último
Los inicios del cine quedan grabados en esta tablilla animada, dando forma al lenguaje visual (luego audiovisual) y estableciendo las normas de un arte que va más allá del celuloide para dar vida a la fantasía y a las criaturas nocturnas que acechan en la sombra. ¿No es acaso el miedo el sentimiento que se marca con más fuerza en la psique humana? Los terrores de Murnau bien pudieron inspirar a las futuras generaciones de cineastas para seguir dando cuerpo a sueños y, sobre todo, pesadillas.
Los exteriores desolados del film imitan las pinturas del alemán Caspar David Friedrich, que rechazaba los iconos religiosos artificiales para buscar la divinidad en la propia naturaleza, de este modo el espectador siente un desasosiego producido por el poder y el acecho de los poderes ocultos tras los bosques y las montañas. Esta devastación e intranquilidad del alma humana se hacen visibles a través de los paisajes, en los que la naturaleza devora, con hojas y arena, los cimientos construidos por el ser humano, convertido en un ser diminuto e insignificante. De este romanticismo y de las ruinas del arte gótico nace Nosferatu, parte del cine expresionista, y se impone la estética que daría una base a posteriores trabajos sobre el vampiro de Stoker. A partir de este concepto visual Murnau idearía técnicas que aún siguen vigentes en la actualidad: la inversión de colores, el juego de sombras, el stop motion, la cámara rápida y la continuidad de la acción más allá del marco delimitado por la lente de la cámara, por no hablar de los movimientos de la propia cámara, un inquietud que se desatará a lo grande en El último
Los inicios del cine quedan grabados en esta tablilla animada, dando forma al lenguaje visual (luego audiovisual) y estableciendo las normas de un arte que va más allá del celuloide para dar vida a la fantasía y a las criaturas nocturnas que acechan en la sombra. ¿No es acaso el miedo el sentimiento que se marca con más fuerza en la psique humana? Los terrores de Murnau bien pudieron inspirar a las futuras generaciones de cineastas para seguir dando cuerpo a sueños y, sobre todo, pesadillas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En la primera mitad del siglo XIX la mitología europea del medievo seguía presente en el imaginario popular, temeroso de que la oscuridad del mundo ocultase algo más que tesoros alimañas salvajes. La ciudad de Wisborg vive ocupada en sus tareas mundanas, como cualquier otra ciudad germana. Una inmobiliaria está a punto de cerrar su trato con un extravagante noble transilvano. El dueño de la empresa, el siniestro Knock, envía a su empleado, el joven Hutter, al castillo del conde Orlok para tramitar los últimos pasos del contrato. El muchacho deberá abandonar la vida cotidiana junto a su amada, la virginal Ellen, para iniciar su aventura hacia las montañas de Rumanía.
A medida que el viaje avanza, la ingenuidad y la incredulidad de Hutter se tambalean a medida que los rumores y las visiones fantasmales se hacen realidad ante su atónita mirada. Los monstruos existen y el mundo se convierte en un páramo cruel donde no hay lugar para las leyes de la razón. Ellen, a salvo en Alemania, sufre en propias carnes las torturas con las que el conde somete a su marido, que ha pasado de ser invitado a convertirse en el huésped de un parásito demoníaco. La maldad, la muerte y la peste, encarnadas en el avatar que es Orlok, se dirigen a Wisborg, con una meta, mística y sexual, de absorber la vida de la amada del pobre Hutter. Ellen, desolada, espera a su amante, quien llamará a la puerta a pesar de los malos augurios. Sin embargo, ¿esperaba ella el cariño de este muchacho inocente o las caricias carnales del conde Orlok?
El vampiro y las ratas arriban a puerto alemán y dispersan la enfermedad y el pánico por la localidad de Wisborg. Ellen ya conoce las debilidades del demonio que la acosa en sus sueños húmedos, por lo que toma una decisión: Se convertirá en el cebo, entreteniendo al vampiro hasta que el gallo cante, y sacrificará su virginidad al mordisco del monstruo. Así sea. Al final sólo quedan unas preguntas: ¿Realmente Ellen quería guardar su virginidad para Hutter o estaba deseosa de caer en el pecado, aunque ello significase su perdición? ¿Buscaba el conde Orlok la permanencia de su inmortalidad o sólo quería retirarse y morir para rematar su absurda existencia?
A medida que el viaje avanza, la ingenuidad y la incredulidad de Hutter se tambalean a medida que los rumores y las visiones fantasmales se hacen realidad ante su atónita mirada. Los monstruos existen y el mundo se convierte en un páramo cruel donde no hay lugar para las leyes de la razón. Ellen, a salvo en Alemania, sufre en propias carnes las torturas con las que el conde somete a su marido, que ha pasado de ser invitado a convertirse en el huésped de un parásito demoníaco. La maldad, la muerte y la peste, encarnadas en el avatar que es Orlok, se dirigen a Wisborg, con una meta, mística y sexual, de absorber la vida de la amada del pobre Hutter. Ellen, desolada, espera a su amante, quien llamará a la puerta a pesar de los malos augurios. Sin embargo, ¿esperaba ella el cariño de este muchacho inocente o las caricias carnales del conde Orlok?
El vampiro y las ratas arriban a puerto alemán y dispersan la enfermedad y el pánico por la localidad de Wisborg. Ellen ya conoce las debilidades del demonio que la acosa en sus sueños húmedos, por lo que toma una decisión: Se convertirá en el cebo, entreteniendo al vampiro hasta que el gallo cante, y sacrificará su virginidad al mordisco del monstruo. Así sea. Al final sólo quedan unas preguntas: ¿Realmente Ellen quería guardar su virginidad para Hutter o estaba deseosa de caer en el pecado, aunque ello significase su perdición? ¿Buscaba el conde Orlok la permanencia de su inmortalidad o sólo quería retirarse y morir para rematar su absurda existencia?