Es una de las películas más minuciosas que he visto jamás. La visioné hace años y no la he podido olvidar. Estas historias que se ambientan en una prisión son muy dadas al análisis de los comportamientos humanos desde la teoría del individualismo metodológico y suelen siempre incluir un pasaje del dilema del prisionero. Esa prueba de fuego sobre la lealtad mutua siempre planea en el hilo argumental de La Evasión, pero de forma invisible, salvo al final que se concreta. En este aspecto el guión roza la perfección.

La personalidad de los personajes resulta muy poderosa y marcada, pero no hasta el esteriotipo. Los actores, todos consiguen, a mi juicio, transmitir lo que desea el guionista y seguramente el novelista de la obra original, cada cual representa unos valores y se representa a sí mismo al tiempo. Curiosamente, creo que el hecho de que sean actores semiprofesionales le da mucha credibilidad a las interpretaciones, por ejemplo Jean Keraudy, no es actor profesional pero si preso profesional, además de un manitas que forcejea con maestría con cada uno de los obstáculos que se encuentra en las oscuras galerías internas. Dios esa reja.... como la lima.

En ese espacio, recuncho claustrofóbico, Becket fabrica una dimensión capaz de albergar tres vidas cotidianas y un artificio de fuga, con un manejo de la luz formidable. La luz apunta donde le interesa en las escenas de oscuridad y es blanca y diáfana en la celda, como poniendo la trampa de los cartones a la vista de todos.

Expresionismo y realismo, pero también filosofía social. Fucault debió inspirarse en esta obra maestra para su ensayo Vigilar y Castigar, como una radiografía de muchas prisiones francesas represivas y escasamente enfocadas a la reinserción.