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Voto de Hammersfall:
10
6,7
3.248
Aventuras. Drama
Años después de la II Guerra Mundial (1939-1945), el soldado alemán Clemens Forell huyó de un campo de concentración de Siberia y emprendió una larga y dramática huida a través de las heladas llanuras siberianas con la obsesión de regresar a su casa. Tuvo que recorrer, paso a paso, un difícil camino hasta que llegó a Irán, consiguiendo así salvar la vida y recuperar la libertad. (FILMAFFINITY)
28 de septiembre de 2019
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando la alquilé en el Video Club me dije: "Bahhhh, me la han recomendado, pero ¿que se puede esperar de una película alemana?". Pensé: "Seguro que algo de revisionismo histórico y el típico -nosotros también padecimos-". En Spoiler explico la relación entre el argumento y la calidad psicológica del film y he realizado un esfuerzo por ser riguroso. Mi conclusión tras el análisis es que esta es una verdadera historia de soledad de un corredor de fondo.
La fotografía 10, esto es inapelable, la música poderosa, los encuadres calibrados. Muy breves pero impactantes imágenes de guerra que denotan un cierto presupuesto, más del que tiene la película en realidad. Juego de trenes en otra onda a la de Lynch, lo más facil hubiera sido imitarlo, pero Hardy Martins (el director), arriesga y hace otra cosa. El tren aquí no es objeto de marcha sino de alcance por parte del personaje, frente a lo pasivo de Lynch, el director de esta película apuesta por lo activo.
Las interpretaciones más que correctas, Bernhard Bettermann tiene que correr, saltar, y de repente llorar o volverse loco, todo lo hace bien. Michael Mendl (Doctor), en su corto papel, demostrando porque es quien es dentro del cine germano.
En fin, una hermosa e inefable oda a la soledad en la procura de la libertad.
La fotografía 10, esto es inapelable, la música poderosa, los encuadres calibrados. Muy breves pero impactantes imágenes de guerra que denotan un cierto presupuesto, más del que tiene la película en realidad. Juego de trenes en otra onda a la de Lynch, lo más facil hubiera sido imitarlo, pero Hardy Martins (el director), arriesga y hace otra cosa. El tren aquí no es objeto de marcha sino de alcance por parte del personaje, frente a lo pasivo de Lynch, el director de esta película apuesta por lo activo.
Las interpretaciones más que correctas, Bernhard Bettermann tiene que correr, saltar, y de repente llorar o volverse loco, todo lo hace bien. Michael Mendl (Doctor), en su corto papel, demostrando porque es quien es dentro del cine germano.
En fin, una hermosa e inefable oda a la soledad en la procura de la libertad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La película comienza habilmente en la tórrida Italia para luego contrastar la desgracia del destino al frente ruso. En el trayecto en tren a Rusia se nos muestra un tímido debate - altercado entre un nazi y el protagonista, Está creible porque Clemens no se pasa de vueltas. La fotografía de la eterna y cerealística Ucrania ya me puso en guardia, y me dije: "Esta pelicula tiene gran factura". Luego llegá una breve guerra, la derrota y a continuación a Siberia. No se puede reflejar mejor la sordidez de los captores ni del entorno minero en el que son enclaustrados los prisioneros, ni se puede describir mejor visulamente a estos fieros rusos repletos de un justo odio hacia los alemanes, (si es que el odio puede ser considerado justo). En esos momentos ni te imaginas la odidea que estamos a punto de vivir.
La huída se convierte en una carrera épica: el correr jadeante de los primeros momentos, la lucha contra la tempestad de nieve, el episodio de la foca (un ecologista redomado como yo, en cierto modo alegrándose del éxito de la cacería), esto solo lo puede lograr algo muy muy muy creíble, las alucinaciones, siempre con ese horizonde blanco e inhóspito, y en la mente de Clemens un sólo pensamiento emanado de una promesa a su mujer: "Volveré a casa en Domingo".
Luego Clemens es rescatado casi muerto por los esquimales. Yo creo que me hubiera quedado con Irina Pantaeva, la esquimal que lo reanima. Ella no necesita hablar, dimanante de pura sensualidad. De los esquimales se lleva a un perro maravilloso y que por momentos semaja un actor humano.
De repente, se abre otro capítulo, el de la persecuación. El implacable comisario bolchevique jefe de la prisión, de la que Clemens ha huido, lo persigue. Se trata de un tipo lobotomizado por la sordida ideología comunista no puede fallar en la captura porque sería traicionar al Soviet pero en el fondo también le mueve un frio orgullo. Un personaje logradísimo de Anatoliy Kotenyov.
Luego el paisaje cambia, y pasa del ártico a la tundra, del bosque de Siberia al árido Uzbekistán. El asesinato del perro por el malo malo Comisario Bolchevique me humedeció los ojos.
El ambiente en la capital uzbeka es la creme de la creme de las ambientaciones: zocos, arrabales, adarbes, celosías, todo impregnado de una atmósfera de sopor y sofoco, y de una luz cegadora (amarilla). Un personaje judío ayudando a un alemán a huir. La paradoja del perdón. Y cada vez más presión por parte del comisario.
El cruce de la frontera suspensivo... Luego el regreso a casa, un tanto frío para mi gusto, pero casi mejor, porque lo importante es la epopeya.
La huída se convierte en una carrera épica: el correr jadeante de los primeros momentos, la lucha contra la tempestad de nieve, el episodio de la foca (un ecologista redomado como yo, en cierto modo alegrándose del éxito de la cacería), esto solo lo puede lograr algo muy muy muy creíble, las alucinaciones, siempre con ese horizonde blanco e inhóspito, y en la mente de Clemens un sólo pensamiento emanado de una promesa a su mujer: "Volveré a casa en Domingo".
Luego Clemens es rescatado casi muerto por los esquimales. Yo creo que me hubiera quedado con Irina Pantaeva, la esquimal que lo reanima. Ella no necesita hablar, dimanante de pura sensualidad. De los esquimales se lleva a un perro maravilloso y que por momentos semaja un actor humano.
De repente, se abre otro capítulo, el de la persecuación. El implacable comisario bolchevique jefe de la prisión, de la que Clemens ha huido, lo persigue. Se trata de un tipo lobotomizado por la sordida ideología comunista no puede fallar en la captura porque sería traicionar al Soviet pero en el fondo también le mueve un frio orgullo. Un personaje logradísimo de Anatoliy Kotenyov.
Luego el paisaje cambia, y pasa del ártico a la tundra, del bosque de Siberia al árido Uzbekistán. El asesinato del perro por el malo malo Comisario Bolchevique me humedeció los ojos.
El ambiente en la capital uzbeka es la creme de la creme de las ambientaciones: zocos, arrabales, adarbes, celosías, todo impregnado de una atmósfera de sopor y sofoco, y de una luz cegadora (amarilla). Un personaje judío ayudando a un alemán a huir. La paradoja del perdón. Y cada vez más presión por parte del comisario.
El cruce de la frontera suspensivo... Luego el regreso a casa, un tanto frío para mi gusto, pero casi mejor, porque lo importante es la epopeya.