Uno trata de entender que la película fue hecha en otra época, con escaso presupuesto y demás, pero eso no es justificación para hacer un bodriazo como este, donde por 1 hora no pasa absolutamente nada, solo es un actor que además dirige una compañía de teatro como un dictador, y los pobres idiotas que lo acompañan, sus lacayos, no son capaces de rebelarse por miedo a perder sus trabajos, así que se someten a todas las arbitrariedades de este.
Eso es todo durante una pesada hora, de chistes malos, repetitivos, y escenas monótonas.
El resto, una de zombies de muy bajo presupuesto, donde lo único que destaca es el maquillaje, realmente bueno para los (no muertos) muy pintoresco, y del cuál John Landis se copió descaradamente para el videoclip de Thriller.