Woody Allen la vuelve a liar. Y lo hace con una historia brillante por momentos y que tiene todo lo que su legión de seguidores espera. Todo apoyado por una serie de actores no muy reconocidos (quitando a Scarlett) pero que lo hacen a la perfección sobretodo Rhys Meyers y la propia Johansson que desde el primer momento que se miran crean una sensación muy creíble y que traspasa la pantalla sinceramente. La cinta es buena (quizá no tan brillante como me esperaba eso sí) y nos cuenta una historia cómo solo su director sabe contar. Algunos momentos del film incluso arrancan carcajadas en los espectadores pero hablamos, como no, del humor Allen; de esas situaciones que sólo él crea y que ríes por no llorar. El ritmo de narración es bueno pero a pesar de ser un film largo (bajo mi punto de vista en algún momento algo falto de ritmo) y de tener tiempo de sobra para deleitarnos con la historia, el guión hay momentos que está un poquito forzado y el protagonista toma alguna que otra decisión como muy a la ligera sin habernos explicado previamente el porqué decide tomar esas decisiones pero nada que no se pueda entender ni muchísimo menos. Más bien todo deben ser buenas palabras hacia la película que si bien para mi no está entre las mejores que he visto sí lo está en lo mejorcito que he podido ver éste año en el cine aunque tengo que reconocer que después de haber leído mucho sobre la misma, yo personalmente esperaba un poco más. De todas formas, no se la pierdan.

Lo mejor: El inconfundible toque Woody Allen y los actores principales.

Lo peor: Quizá es un poco larga para lo que cuenta.