Hablar de excesos y los problemas que conllevan no es fácil si el resultado debe ser cine comercial, otro vuelo y otra raya, la tormenta y un comandante que las conoce a todas y que se las sabe todas, café, azúcar y aspirinas, lleva diez escalas rápidas y ciento dos almas a bordo, pero mañana será si día libre... una exhibición de una emergencia invertida que prepara para el impacto, grabada en una secuencia magistral donde el director muestra sus habilidades en este aspecto del cine.

El trauma, el salvador, el protocolo y el contacto con la mujer de la aguja, el recuerdo y las directrices, el sindicato apoya a este dinosaurio que hizo realidad un milagro, se van añadiendo personajes con objetivos demasiado concretos, no hay desarrollo de secundarios salvo el femenino que luego se diluye para encajar la soledad de este héroe que no volverá a pagar una copa en su vida, pero que realmente se ve obligado a no empinar el codo porque el circo puede acabar con su libertad.

La granja puede representar la meditación en clichés convencionales del personaje, si no fuera por D.W. que sería de la película, desconectar de ciento veintisiete mensajes, tirarlo todo por la tasa es la respuesta a una nueva vida pero con tal asunto pendiente y con un país pendiente por una negligencia criminal consigue agobiar, un pulso sobre un fallo del sistema, de mantenimiento o del piloto, un análisis de cadena perpetua y la solución en un vodka doble, la película cae entonces en un intento de desenvolverse como drama profundo, pero cuya dificultad narrativa la hunde al estilo del protagonista.

Dibuja esa situación límite de adicción y hundimiento, monta el numerito y dificulta la convivencia, pruebas y culpas, la intriga se alinea, va perdiendo altura, también las reuniones y la relación, se puede escusar en que la realidad se masca lentamente y en el personaje clave que despierta del coma, pero tampoco, quizás lo que sea su mayor éxito es que sabe poner en contra del sistema, encuentra al héroe como víctima en cada espectador, entiende el abandono e indigna ante la condena, sufre por la marcha de quién quería ayudarlo desinteresadamente, y concluye una dura secuencia con un "yo elijo beber"

Habla sobre influencias de comunidades y creencias religiosas, tiene detalles sociales actuales implícitos y se pasa a la acción desde el sentimiento de escoria, todo depende de su dependencia, se convierte en un acoso y deja el mensaje sobre qué ocurre en otras profesiones donde también hay negligencias... la resolución encuentra el problema, se desata hasta encontrar otra ayuda, una mesa, una silla, agua, tarjeta de crédito y un billete de 100, si sólo hay de 20 también vale... el par de rayas y un nevado, llega el barco bananero, te quiero y yo a ti.

Entonces vuela alto y aterriza en el juicio, el dilema moral parece una estupidez, nadie sabía que iban a cargarle las dos botellitas a la otra?... tanto trabajo y profesionales detrás y dejan las preguntas a la improvisación, resultado, estaba y estoy borracho, la esencia es cubrir el cupo de mentiras, un momento de falso sentido del orgullo en el que pedir disculpas y una charla en una situación en la que por fin sabe quién es.