Considero una obra cinematográfica algo siempre independiente de cualquier obra literaria en la que esté basada, ya sea un guión original o una trama adaptada. El lenguaje audiovisual es muy diferente y es en esa diferenciación donde radica la dificultad para el director.

Entrando en materia, Gavin Hood consigue mantener el interés pese a lo irregular de la intensidad de la historia mediante personajes carismáticos. Cierto es que abusa de ingenuidad al forzar la entrada en escena de algunos personajes, pero hay fuerza en el mensaje y eso en la ciencia ficción actual tiene mucho mérito.

La inteligencia emocional es un tema que no se trata mucho en el cine y, menos aún, en la ciencia ficción, y el mensaje de esta obra me parece lo suficientemente estimulante como para atreverse a visualizarla. Que nadie espere una obra de discurso espectacular basado en efectos digitales y escenas de acción porque se aburrirá. "El juego de Ender" es, fundamentalmente, una película de fondo y no de forma.

Quizás le falte clímax a la realización y al guión, no haber logrado una mayor emoción y sorpresa hace que la sensación final no sea tan grata.