Cuando has visto una obra de arte como "El exorcista", esperas que si hay una secuela sea algo digno, difícilmente a la altura de la original, pero al menos, digna. No es el caso de esta película, que lo único que tiene de conexión con la primera película es el puntual papel de Max Von Sydow como el icónico padre Merrin, y la siempre memorable Linda Blair, que sigue recordando a pesar de ser ya mayor de edad a esa tierna niña que había sido poseída por el diablo.

Pero nada más lejos de lo que cabría esperar, el personaje de Von Sydow es muy secundario, sólo algunos flashes de unos segundos, y el papel de Blair ya como actriz principal es bastante pobre y decepcionante.

Sí puede sorprender en algunas escenas la capacidad de llenar la pantalla de una Louisse Fletcher, que venía de interpretar "Alguien vuela sobre el nido del cuco", como la tétrica enfermera del manicomio, y lleva a cabo en esta cinta un papel similar que tan bien le sienta.

Todo lo demás nada tiene que ver con "El exorcista".