Estupenda película de Salvador Cano, que narra una historia inventada pero basada en mil situaciones reales que ocurren no sólo en África sino en aquellos lugares donde la libertad y valor de la vida están supeditados a realidades como el dinero o el poder aunque sea local.
Tres historias que confluyen, siendo la más interesante, qué duda cabe, la de Adú, el niño protagonista. Esta es una historia terrible, dura, que narra la lucha por la supervivencia de tres niños, con desiguales finales para cada uno de ellos.
En las otras dos historias vemos la personal entre un padre y una hija que se quieren pero que son incapaces de expresarlo y la de tres guardias civiles inmersos en un juiicio relativo a su diario trabajo en la valla donde miles de subsaharianos tratan de asaltarla para lograr una vida más digna.
Salvador Calvo logra azorar, conmover y emocionar de veras mediante un brioso ritmo que hace que la cinta sea en todo momento muy entretenida, resultando interesantísima por sus valores humanos, donde se ve lo mejor (solidaridad, respeto...) y peor de las personas (egoísmo, crueldad...).
Técnicamente, además, es impecable, con soberbia fotografía de Sergi Vilanova y una impresionante banda sonora del maestro Roque Baños, que es mi preferido entre los directores españoles de música de cine.
Una película muy buena, que hace reflexionar y además, aunque te haga sufrir, también te muestra el camino de la esperanza al final del túnel.
Ahora debemos ser nosotros los que con nuestra aportación diaria, nuestro granito de arena, hagamos lo posible por cambiar todo esto... si es posible (sí, también hay que pensar en lo que le dice el personaje de Míquel Fernández al de Álvaro Cervantes).

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