Dos gangsters acaban mal un trabajo y heridos llegan a una mansión alejada de todo en la que vive un matrimonio. Alejado de lo normal, es lo que pretende Polanski que tú estés con su película.

La mansión queda aislada cuando sube la marea, lo que también es revelador porque cierra el círculo de personajes. Puede ser que el espectador no entre en ese círculo ni tenga química con ellos, porque, además, entre ellos no la hay. La intención de Polanski es hacer los comportamientos de esos personajes de lo más extraños; lo normal es que las reacciones quedan sin aclarar, pero psicológicamente tienen su explicación (en la psique del personaje).

Polanski dirige así hacia la intriga con fuerza, lo que hace que funcione la película, creando una expectativa que es la de no saber cuál.

Por tanto, el ambiente intenso de la intriga funciona continuamente esperando la acción imprevisible. Se ve la película sin tomar partido; no como en esas películas que la violencia está por encima de todo y la tensión se acumula a base de angustia. Ésta no... Ésta es que esperas con tensión a que llegue la tensión.

También inquieta algo que el matrimonio no tenga nada más que huevos para comer. Es Polanski, es así, a veces es como que él mismo quiere que su obra aporte algo más por su cuenta.