Creo que esta película es un poco como el propio Hancock, una incomprendida. Esta película no va de cachondeo, ni es una parodia. Además, no se hace pesada, está muy bien montada y se ve en un rato, agradablemente.

Hancock, como superhéroe, es un tío empeñado en luchar contra la violencia y el abuso y aún así, la sociedad se muestra contraria a él... porque es un borracho. Se emborracha por un amor imposible. Es el anti super héroe de las películas de Marvel o DC, con la acción desmedida final, pero desde otro punto de vista, y también recomendable. Yo la aconsejo.

Algunos superhéroes tienen su parte común con los demás seres humanos, tienen sus limitaciones: Thor, era un médico cojo, DareDevil es ciego, Ironman sufre del corazón, a Supermán le vence la Kriptonita..., pues Hancock se desahoga con el alcohol porque no puede controlar su poder. No nos quiere decir nada más que eso, es una metáfora muy bonita sobre el amor, en este caso en el que él tiene a la mujer que nunca podrá ser suya. Viene a decir que no se pueden controlar aquellos sentimientos que nos hacen sufrir; existen, están y nos oprimen aunque deseáramos vernos libres de ellos.

Hancock pues no va de héroe guaperas como van los Vengadores, ni es famoso ni rico como Los 4 Fantásticos, ni forma parte de ninguna sociedad poderosa como los XMen ... En realidad Hancock necesita ayuda, ayuda de la buena, la del calor humano, para vencer ese mal incontrolable.

Hay que defender a Hancock y a su película. Y hay que defender su historia como corresponde, como hace aquel que sabe apreciarle. Una historia trazada con mucho realismo aún dentro de la historia de un superhéroe de comic. La historia de su amor imposible... Del amor que pudo ser y no fue; y le atormenta el consabido: No puedo vivir contigo... Ni sin ti.