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Voto de Juanjo Iglesias:
3
4,1
19.767
Fantástico. Acción. Aventuras
Nueva adaptación de la historia de Conan el bárbaro y sus aventuras a través del continente de Hyboria. Conan, un niño nacido en plena batalla que habita en una aldea bárbara, graba en su memoria los rostros de los guerreros que matan a su familia. Años después, el joven Conan se convierte en un forzudo y valiente guerrero. (FILMAFFINITY)
19 de agosto de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
29 años después de que John Milius realizara la primera película basada en el mítico personaje de Robert E. Howard, Marcus Nispel recoge el testigo para entregarnos un largometraje de aventuras y fantasía, lleno de acción y con un formato puramente veraniego.
Tomando esquemas narrativos similares a su predecesora, regresamos a Hyboria en el momento del nacimiento del bárbaro. Tras varias escenas que nos muestran la niñez de Conan,
llegará la muerte de sus familiares a manos de despiadados guerreros, los cuales entregarán al héroe a manos de unos mercaderes. El obcecado bárbaro perseguirá a los asesinos hasta el mismo infierno.
Con un guión burdo, simple y lineal escrito por Thomas Dean Donnelly y su colaborador Joshua Oppenheimer, nos vamos adentrando en esta narración que hará las
delicias de aquellos amantes de la acción por la acción que disfrutan con renderizaciones e
infografías y que no necesitan que a la hora de ir al cine, les cuenten una historia.
Podríamos dividirla narrativamente en dos partes. La primera de unos veinte minutos, donde asistimos perplejos a la infancia del bárbaro. Perplejos por ver a uno de los niños más violentos que he visto en una pantalla de cine. Esto podría ser un punto a favor de los guionistas, pero no deja de ser una artimaña más, para atraer a los acérrimos consumidores de violencia gratuíta. En este planteamiento de personajes lo más rescatable es la actuación de mi admirado Ron Perlman, cuyo papel de padre de Conan le viene pintiparado. Durante varias escenas, nos van mostrando como sería la educación de un buen cimmerio, con frases como: "Cuando un cimmerio tiene sed, es sed de sangre". Empezamos a desvariar.
En la segunda parte, se pierde por completo el sentido con el bárbaro persiguiendo al malvado Khalar Zym, interpretado Stephen Lang. Si el comienzo de la cinta es fulgurante por su acción y su violencia, he de decir que en la segunda parte también lo es, no decae en ningún momento y su ritmo es alto durante todo el metraje, pero quizá por no saber controlar el tempo e ir tozudamente hacia esa venganza del héroe, no podemos disfrutar de momentos sosegados donde profundizar en el personaje. Todo esto no debería ser un hándicap hablando del bárbaro, pero la actuación de Momoa tira todo al traste irremediablemente. Aún con el éxito cosechado por "Game of thrones", no hemos de olvidar sus orígenes. Sí, "Baywatch". Y este es el problema. Igual que el Conan de Schwarzenegger, se acercaba al salvaje personaje de Howard, con una buena o mala interpretación, pero con esa gestualidad profundamente misántropa, la actuación de Momoa es todo lo contrario. Se pierde irremediablemente en lucir horas de gimnasio mientras no hace ningún esfuerzo por mostrarnos las horas que (no) ha pasado por poner un ejemplo, recitando a Shakespeare, o por poner dos, viendo alguna peli protagonizada por Toshiro Mifune. Su interpretación es plana como la pantalla de mi ordenador. (sigue sin spoiler).
Tomando esquemas narrativos similares a su predecesora, regresamos a Hyboria en el momento del nacimiento del bárbaro. Tras varias escenas que nos muestran la niñez de Conan,
llegará la muerte de sus familiares a manos de despiadados guerreros, los cuales entregarán al héroe a manos de unos mercaderes. El obcecado bárbaro perseguirá a los asesinos hasta el mismo infierno.
Con un guión burdo, simple y lineal escrito por Thomas Dean Donnelly y su colaborador Joshua Oppenheimer, nos vamos adentrando en esta narración que hará las
delicias de aquellos amantes de la acción por la acción que disfrutan con renderizaciones e
infografías y que no necesitan que a la hora de ir al cine, les cuenten una historia.
Podríamos dividirla narrativamente en dos partes. La primera de unos veinte minutos, donde asistimos perplejos a la infancia del bárbaro. Perplejos por ver a uno de los niños más violentos que he visto en una pantalla de cine. Esto podría ser un punto a favor de los guionistas, pero no deja de ser una artimaña más, para atraer a los acérrimos consumidores de violencia gratuíta. En este planteamiento de personajes lo más rescatable es la actuación de mi admirado Ron Perlman, cuyo papel de padre de Conan le viene pintiparado. Durante varias escenas, nos van mostrando como sería la educación de un buen cimmerio, con frases como: "Cuando un cimmerio tiene sed, es sed de sangre". Empezamos a desvariar.
En la segunda parte, se pierde por completo el sentido con el bárbaro persiguiendo al malvado Khalar Zym, interpretado Stephen Lang. Si el comienzo de la cinta es fulgurante por su acción y su violencia, he de decir que en la segunda parte también lo es, no decae en ningún momento y su ritmo es alto durante todo el metraje, pero quizá por no saber controlar el tempo e ir tozudamente hacia esa venganza del héroe, no podemos disfrutar de momentos sosegados donde profundizar en el personaje. Todo esto no debería ser un hándicap hablando del bárbaro, pero la actuación de Momoa tira todo al traste irremediablemente. Aún con el éxito cosechado por "Game of thrones", no hemos de olvidar sus orígenes. Sí, "Baywatch". Y este es el problema. Igual que el Conan de Schwarzenegger, se acercaba al salvaje personaje de Howard, con una buena o mala interpretación, pero con esa gestualidad profundamente misántropa, la actuación de Momoa es todo lo contrario. Se pierde irremediablemente en lucir horas de gimnasio mientras no hace ningún esfuerzo por mostrarnos las horas que (no) ha pasado por poner un ejemplo, recitando a Shakespeare, o por poner dos, viendo alguna peli protagonizada por Toshiro Mifune. Su interpretación es plana como la pantalla de mi ordenador. (sigue sin spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Algunos personajes secundarios, aderezan un poquito las vicisitudes del protagonista. El simpático ladrón de la cinta de Milius vuelve a aparecer, pero sin ningún tipo de desenvoltura como en la original. Bob Sapp, en el papel de Ukafa, le aporta cierta honestidad y sentido del honor al protagonista y Rachel Nichols hace las delicias del bárbaro, con sus escenas de sexo, para sobrecargar todavía más un sobrecargado pastel.
Se ven ciertos intentos de acercarse a la obra original de los libros, introduciendo escenas en barcos que podrían emular al Conan pirata, pero se pierde recreando mediocres batallas.
Técnicamente tiene un defecto y una posible virtud. La posible virtud, estriba en la dirección de arte y digo posible porque aunque el resultado es bello en esos paisajes salvajes y de algún modo apocalípticos, carece por completo de originalidad, en un momento dado creí estar las Minas de Moria. El defecto es que la dirección es de lo más anodino. No hay ninguna intención de buscar un encuadre interesante o algo que no sea un movimiento de cámara que no intente ser vertiginoso.
Y para terminar vuelvo a mi pesar a las comparaciones. Si en la de Milius con escuchar el primer acorde de cualquier corte de la banda sonora, daba igual lo que hubiera en pantalla, que estabas enganchado, aquí volvemos a la mediocridad, a lo banal y al arte de relleno. Temas más o menos electrónicos profundamente despersonalizados muy lejos de la maravilla de Basil Poledouris.
Lo siento, pero aquí no hay cine, la cámara lo único que nos dice es: "Mirad como se parten la crisma y cómo salta la sangre". Así que, aquellos fanáticos del cine de acción, acudid a las salas, sin dudarlo.
Se ven ciertos intentos de acercarse a la obra original de los libros, introduciendo escenas en barcos que podrían emular al Conan pirata, pero se pierde recreando mediocres batallas.
Técnicamente tiene un defecto y una posible virtud. La posible virtud, estriba en la dirección de arte y digo posible porque aunque el resultado es bello en esos paisajes salvajes y de algún modo apocalípticos, carece por completo de originalidad, en un momento dado creí estar las Minas de Moria. El defecto es que la dirección es de lo más anodino. No hay ninguna intención de buscar un encuadre interesante o algo que no sea un movimiento de cámara que no intente ser vertiginoso.
Y para terminar vuelvo a mi pesar a las comparaciones. Si en la de Milius con escuchar el primer acorde de cualquier corte de la banda sonora, daba igual lo que hubiera en pantalla, que estabas enganchado, aquí volvemos a la mediocridad, a lo banal y al arte de relleno. Temas más o menos electrónicos profundamente despersonalizados muy lejos de la maravilla de Basil Poledouris.
Lo siento, pero aquí no hay cine, la cámara lo único que nos dice es: "Mirad como se parten la crisma y cómo salta la sangre". Así que, aquellos fanáticos del cine de acción, acudid a las salas, sin dudarlo.