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Voto de Antonio Morales:
8
Western En 1868, trescientos indios cheyennes expulsados de sus tierras vivían miserablemente en una árida reserva de Oklahoma. Tras esperar en vano una solución de las autoridades de Washington, sus jefes decidieron emprender un largo viaje hasta sus praderas natales. Pero la huida fue descubierta y la caballería salió en su persecución. En el primer combate murieron el comandante Braden y ocho de sus hombres. Cuando se supo la noticia, ... [+]
4 de agosto de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Ford ha sido acusado injusta y reiteradamente de ser un director reaccionario, rudo en sus modales, denigrando siempre a los indios en sus westerns y presentándolos como salvajes y crueles. Yo no voy a entrar en su vida privada, su adicción al alcohol y otros defectos que se le puedan achacar, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Me limito a opinar sobre su obra y creo que si se conoce bien sus películas, casi todas editadas en DVD, no se puede negar su humanidad, su humildad y sencillez ajena a cualquier atisbo de pedantería discursiva o pretenciosa, su defensa de los desfavorecidos, la reivindicación de los derechos de los obreros y otros valores universales. Por cierto, nefasto título español, para el original “El otoño de los Cheyenes”.

En éste último western de Ford, nos lega su homenaje épico a la nación Cheyenne, documentando la heroica marcha de 286 indios, al mando de los jefes Little Wolf y Dull Knife, en 1878, desde la reserva de Oklahoma en donde habían sido confinados y morían de hambre y enfermedades, hasta las tierras de Yelowstone, más 1500 millas en un intento de recuperar sus tradicionales asentamientos. La verdadera odisea de estos hombres se saldó con muchos muertos en combate, por falta de alimentos y por el frío, y provocó incluso una campaña de prensa a su favor en el “New York Herald”. El guión de James R. Webb, basado en la novela de Mary Sandoz, intenta explicar estos acontecimientos de forma ecuánime.

Western crepuscular en el mejor y más puro sentido, de un cineasta de 68 años con una vasta y acreditada experiencia de su oficio. Obra realista sobre el genocidio indio que sabe, también ser productora de desmitificadora ficción. Obra de una melancolía punzante, que denuncia las mentiras y la desfachatez del hombre blanco, siempre pendiente de sus bastardos intereses. No está entre las mejores de Ford quizá por el reparto de estrellas que la Warner le impuso, tampoco le gustaba la música de Alex North, pero tuvo que aceptar, incluso le negaron el montaje final. El episodio de Dodge City se puede interpretar como una pequeña broma macabra dentro del tono general pesimista y sórdido, o una sátira del contexto histórico.

Y aún así, la película rebosa lucidez y hermosura, es tanto un desafío como un triunfo ético y moral. “Cheyenne Autumn” transciende el arte para situarse en los límites de la vida, denunciando como el hombre blanco llegó a ser tan injusto y despiadado. Ahí reside su grandeza y su peligro. El horizonte fordiano resplandecía con inusitada y clarividente luz que anunciaba un ocaso no por sentido e intuido menos desgarrado.
Antonio Morales
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