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Voto de Antonio Morales:
9
Aventuras. Comedia Obsesionado con la idea de rodar una película sobre la miseria y el sufrimiento, el director de cine John L. Sullivan convence a los ejecutivos del estudio para que le permitan recorrer el país disfrazado de vagabundo antes de empezar a rodar. Después de trabajar como peón para una viuda que espera de él algo más que cortar leña, huye de su casa, pero el camión que lo recoge lo lleva de vuelta a Hollywood. Sintiéndose completamente ... [+]
27 de diciembre de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda, el mejor film de Preston Sturges, autor teatral y guionista con anterioridad, porque es en mi opinión, mucho más que una divertida comedia, se trata de una profunda reflexión que jamás se ha expresado mejor sobre la función social del humor. La dedicatoria de la película, de alguna manera, es ya una declaración de principios por parte del cineasta. No en vano está dedicada a los que nos han hecho reír, a los bufones y payasos de todo tiempo y lugar que han aliviado nuestra carga y nos han alegrado la vida. Una película difícil de encasillar, es una comedia, aunque amarga y dramática a veces. Es una sátira sobre la manera de pensar en Hollywood y al mismo tiempo su apología. Y básicamente, es una película de mensaje cuyo mensaje es que no necesitamos más mensajes.

El argumento presenta a John L. Sullivan (Joel McCrea), un afamado director de comedias alegres y ligeras de gran éxito, que un día se planta ante sus productores y el Estudio decidiendo experimentar otros temas, porque según cuenta a sus colaboradores tiene inquietudes existencialistas, decidiendo experimentar en sus propias carnes las contradicciones con las que chocan quienes quieren educar al público sin consultarlo previamente. Cansado de dirigir comedias de éxito popular, decide cambiar de registro, dirigir algo nuevo, un film realista sobre los desfavorecidos, para darles voz y para recordarles que nadie se olvida de ellos.

La película no obvia en ningún momento la difícil situación internacional en 1941: hay guerra en Europa, hay paro y miseria en Estados Unidos; en este contexto sus colaboradores acusan a Sullivan de no saber lo que significa sufrir, él que lo tiene todo, quiere rodar películas sobre el sufrimiento humano, pero tiene que aprender a sufrir. Y todas sus tentativas de evadirse de su vida de lujo le conducen de regreso al seno materno: a Hollywood. El suyo es un vagabundeo caprichoso, de millonario, no en vano guarda en la suela de su zapato una tarjeta de crédito y es seguido por un autobús en cuyo interior se va preparando un reportaje sensacionalista sobre las desventuras del pobre mendigo, que el Estudio quiere rentabilizar. Finalmente conseguirá desaparecer anónimamente y será cuando comenzará su auténtica odisea.

Hay gags extraordinarios y diálogos mordaces, aunque vistos hoy en día es difícil disociarlos del empeño global del film, más comprometido con el sentido revisionista de su mensaje que con el carácter cómico de sus secuencias. “Los viajes de Sullivan” se ha convertido casi en el film emblema de la defensa de este género de cine. Entre otras razones porque se trata de un film de tesis, aún cuando ésta consista en que ya está bien de películas de tesis. Pero esto no es algo que sea anecdótico en el film. Antes al contrario toda la película de alguna manera está tratando el tema. Porque la lección que todos aprendemos, en el fondo, es que el humor es lo único que tienen algunos. No es mucho, pero es todo lo que tienen.
Antonio Morales
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