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Voto de Antonio Morales:
9
Comedia Época de la Guerra Fría. C.R. MacNamara, representante de una multinacional de refrescos en Berlín Occidental, hace tiempo que proyecta introducir su marca en la URSS. Sin embargo, en contra de sus deseos, lo que su jefe le encarga es cuidar de su hija Scarlett, que está a punto de llegar a Berlín. Se trata de una díscola y alocada joven de dieciocho años, que ya ha estado prometida cuatro veces. Pero lo peor es que, eludiendo la ... [+]
20 de enero de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta curioso que la izquierda europea recibiera con manifiesta hostilidad a esta película cínica e irreverente de Billy Wilder, pese a contener un perspicaz discurso sobre la expansión imperialista USA a través de la Coca Cola (símbolo y alegoría del capitalismo y el “American way of life”). El paso de los años, sin embargo, otorgaría a esta demoledora comedia la condición de una lúcida y temprana constatación acerca de la política de bloques, gestada en esos años entre Kennedy y Kruschev (Wilder filma el gag del famoso zapato golpeando la mesa, como había hecho Kruchev en la ONU). Más oportuna de lo que algunos podían suponer en 1961, la película revelaba que el inconformismo y el acerado espíritu satírico de Wilder era capaz de levantar ampollas sobre cualquier bando, y quizá por eso fue incomprendida por muchos.

He leído algunos comentarios en la web tan miopes como, que no les gusta el personaje comunista de Otto por ser ridículo, ¿Acaso no lo es también MacNamara?, es más, aquí no se salva nadie, ni siquiera las mujeres o los niños, se trata de una farsa, un esperpento, todo está exagerado. La incombustible maestría de Billy Wilder, con un guión deslumbrante de I. A. L. Diamond, basada en una obra teatral de Ferenc Molnár repleto de ingenio, de mordacidad, de diálogos centelleantes y fogosos. Ambientada en el Berlin Oeste y localizada prácticamente en el despacho de MacNamara, en manos de Wilder el texto toma mayor carácter vitriólico y se revela como el más poderoso azote proferido a la lucha de bloques.

El argumento es sobradamente conocido por los aficionados, una caustica y corrosiva farsa sobre la guerra fría en pleno auge, recién construido el lamentable muro de la vergüenza por parte de Moscú. En la confrontación capitalismo versus comunismo, Wilder no deja títere con cabeza. Desde el esperpento más jocoso hasta el sarcasmo. Los diálogos enloquecen, cada frase, réplica y contrarréplica expuestas en milésimas de segundo. Chispeante, mordaz y divertidísima. Otra muestra de la superlativa efectividad de Wilder y su guionista.

Emparentada en su ritmo con “Con faldas….” y “Primera Plana” Wilder alcanza una depuración de estilo asombroso. Y a los que predican el dogma desde pulpito de la erudición, juzgando desde una perspectiva histórica errónea, o calificando el filme de sin gracia y obsoleto, denostándola con una prosa sibilina, mientras, alaban y santifican otros autores con similares o inferiores sátiras sobre dictadores, tiranos o políticos paranoicos, con análisis metafísicos y etimológicos, me aburren solemnemente . Una película que no ha envejecido nada si echamos un vistazo a la actualidad, se hundió el comunismo pero permanece el capitalismo voraz. Una sátira deshumanizada, precisamente sobre la mezquindad del ser humano. Y James Cagney, ¡COLOSAL!
Antonio Morales
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