Para Michelangelo Antonioni el cine es narrativa, así como a un escritor le está permitido extenderse en un pasaje para analizar mejor la psicología de ciertos personajes, en el cine se puede hacer del mismo modo, el cineasta se sentía harto de los mecanismos narrativos convencionales, pensaba que la realidad tenía cadencias variadas, así como la vida. Antonioni inaugura con “La aventura” un nuevo lenguaje, su búsqueda de una nueva expresión a través del cine, le convirtió en un reputado cineasta premiado en Venecia y Cannes con sus innovadores films. Antonioni siempre nos entregó formas que podemos apreciar con facilidad pero cuyo significado se nos escapaba, sus historias tienen un desarrollo más interno que externo, sus films planteaban cuestiones sin alcanzar respuestas definitivas.

El suyo es un universo plástico en el que todo se mueve en la superficie, eso a veces nos impide comprender y, de algún modo, nos convierte en personajes de sus obras, pobladas por seres confundidos que no saben cuál es su papel en la realidad que les ha tocado vivir. Este film inicia su famosa trilogía sobre la incomunicación, a la que seguiría “La noche, 1961” y “El eclipse, 1962”. “La aventura” narra la desaparición de una joven burguesa, Anna (una bellísima Lea Massari), que ha ido a pasar unos días en un yate por las islas Eólicas, al este de Sicilia, en compañía de unos amigos y del hombre que la pretende, Sandro (Gabriele Ferzetti). Tras desembarcar en un islote, su amiga íntima Claudia (Monica Vitti, la musa del cineasta), nota la falta de su amiga y comienza a buscarla junto a Sandro, al que en principio recaen las sospechas porque han discutido.

La desaparición de Anna, y la consiguiente búsqueda no es más que el pretexto del que Antonioni se sirve para desarrollar la relación entre Claudia y Sandro, más atento a la relación de ambos que al reencuentro de Anna. “La aventura” hace honor a las relaciones humanas, comienza como una película de intriga que va derivando hacia un drama existencial, pero por encima de todo, es un itinerario sentimental, dos personas buscan una solución a su vida y no la encuentran, la cinta es dura y sin concesiones, y para empatizar con ella debemos aceptar los postulados de Antonioni antes aludidos. El film retrata a unos burgueses embalsamados en una existencia, que creen llena y confortable, cuando en realidad es vacía y tediosa, eran los tiempos del desarrollismo económico italiano y el retrato del derrumbe moral de una clase opulenta.