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Voto de Antonio Morales:
8
Western Un grupo de colonos buscadores de oro se establece en un lugar de California, pero sufren el acoso de los hombres de Lahood, el propietario del resto de las explotaciones mineras. Pero un día al poblado llega un misterioso y frío predicador (Clint Eastwood) que se pone de parte de los colonos, y comienza a enfrentarse al temido cacique local. (FILMAFFINITY)
11 de febrero de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada nueva revisión de cualquier película de Eastwood como director, o ya en el terreno del western, desde “El fuera de la ley”, evidencia que aquella vieja silueta de los films de Sergio Leone, el del sombrero calado, el poncho y el cigarro entre los labios, parco en palabras, era un cineasta con muchas cosas que decir y de indudable interés. Un puñado de obras maestras jalonan su historial tras las cámaras, muy cerca de ellas se encuentra este western que nos ocupa. Se ha hablado de esta película como un western religioso. Cabe con más propiedad hablar de un western bíblico, La Biblia y sus pasajes que tantas veces aparecen en el western, cobran aquí especial significado.

Eastwood reunió elementos dramáticos del más puro western (el conflicto entre los poderosos y los independientes; el enfrentamiento entre los pistoleros y la gente pacífica y el tema de la venganza), con otros absolutamente modernos, deudores del cine fantástico y de la novela gótica, que se personifican en la enigmática figura del protagonista y también en el tratamiento de las imágenes, rodadas a veces con el tenebrismo y una ambigüedad propias del cine de terror, hecho al que no resulta ajena la novedosa fotografía, iluminada casi siempre a contraluz y con pronunciados claroscuros que hacen posible un clima onírico y fantasmal en el que el peso de la realidad es puesto continuamente en duda. Esa fantasmagoría latente la transmite la magnífica fotografía de Bruce Surtees.

Podría decirse a groso modo que “El jinete pálido” en mi opinión es un western abstracto, un “remake” no confesado de la mítica “Raíces profundas” de George Stevens. Contiene su mismo esquema argumental: un misterioso sujeto, mitad predicador, mitad pistolero de infalible puntería, llega como caído del cielo, para atender los ruegos de una jovencita y ayudar a su familia, buscadores de oro amenazados por el malvado de turno. Sólo que el tono es más sombrío que en el film de Stevens y su protagonista, mucho más azotado de un aura sobrenatural, como venido del más allá. Eastwood es actualmente uno de los mejores autores del cine americano, el cine corre por sus venas, mientras su columna vertebral sustenta toda la mítica de la que se componen los viejos clásicos. Algún tic de Sergio Leone y un par de rasgos de Kurosawa, configuran que el conjunto resulte atractivo, sin el calado ni el rigor de “Sin perdón” y sometido a un ligero baño de ironía, no desmerece en absoluto recomendarla para todos los amantes del cine.
Antonio Morales
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