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Voto de Antonio Morales:
6
Drama Está a punto de empezar la corrida. En el cartel se anuncian los diestros Ricardo Puente, Juan Carmona y Rondeño II, que tomará la alternativa. El primero es un viejo torero, célebre en otros tiempos, que ahora, amargado y lleno de rencor, vive con Paloma, una mujer que no se resigna a seguir siendo la amante de un hombre que ha caído en el olvido. Carmona, el torero de moda, tiene un importante contrato para torear en América, pero su ... [+]
1 de marzo de 2016
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anoche tuve el placer de asistir a una película que más allá de su calidad artística, que la tiene, me pareció muy oportuna para los que nos sentimos orgullosos de nuestra cultura y folclore, en los tiempos que corren, aunque no me considero un entusiasta de los toros. Pues una televisión pública está obligada a defender y ensalzar la cultura que nos identifica como país en todo el mundo. Esa es la fiesta nacional que la progresía desprecia y denigra, rasgándose las vestiduras cuando no alude al maltrato animal, claro que el aborto les parece un loable derecho a asesinar a un ser humano. Y es que además, el independentismo que gobierna en algunas regiones de España también prohíbe los festejos taurinos.

Anoche, sentí un placer inmenso porque muchos de esos intolerantes que quieren romper nuestra convivencia, debieron sentir una aguda urticaria, ante las magistrales faenas de los diestros en la plaza de toros de Madrid. Una historia que refleja la vida de los toreros, protagonizados por espadas profesionales, con sus ilusiones, sus rencillas sus miedos y frustraciones, todo sucede en una tarde de toros, como muy bien alude su título. Todo ello en clave de comedia costumbrista entre el drama y la tragedia, mostrando la delgada línea que separa la gloria de la muerte. El húngaro Ladislao Vajda filma espléndidamente todo el ritual que rodea al arte del toreo, sirviéndose de unos actores secundarios de la talla de Pepe Isbert y Manolo Morán, inefables cómicos que nos hicieron pasar momentos inolvidables.

Película admirable, de exaltación folclórica de nuestra cultura más universal, la tauromaquia. Una cultura que amaron dramaturgos como el premio Nobel Ernest Hemingway y artistas geniales como Orson Welles y Pablo Picasso. Sí, ese espectáculo de la lidia que representa más allá de partidarios y detractores, la expresión de un acervo cultural que muestra lo más profundo de las raíces de un pueblo. Por eso, la gangrena nacionalista periférica que nos corroe, que se sirven del amparo de una constitución que pretenden pisotear, está empeñada en erradicarla. Sí señores, porque la lidia representa todo lo que ellos aborrecen: todo lo que “huele” a español, como lo es el flamenco o la copla. Son los mismos que arrinconan la lengua de Cervantes en las escuelas de las autonomías que gobiernan, enseñando a sus alumnos a odiar a España durante décadas, y es ahora cuando empezamos a notar las consecuencias.

No es el mundo de los toros, o las corridas que odian y que prohíben, es lo que representa…, la lidia, tanto a pie como a caballo, porque ellos siguen manteniendo en sus fiestas populares los “Correbous” o el “Toro embolado”, donde el animal es vituperado y humillado de forma inmisericorde, pues en la ceremonia de la acertadamente denominada, fiesta nacional, el toro es respetado y criado en libertad, con sus astas afiladas para defenderse y su dignidad y respeto en la bravura. Anoche les debió sentar muy mal la cena a los que silban el himno nacional cuando suena en un acontecimiento, aquellos que abuchean al jefe del estado con total impunidad y en sus aquelarres queman nuestra bandera mientras esconden su identidad.
Antonio Morales
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