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Voto de Antonio Morales:
9
Drama Kile Hadley, un magnate del petróleo, y Mitch Wayne, su mejor amigo y empleado, se enamoran de la misma mujer: la secretaria Lucy Moore. Kile, que es un alcohólico irresponsable, se casa con ella, aunque Mitch está convencido de que con esta boda Lucy comete un gran error. Al cabo de un año, contra todo pronóstico, Kyle parece un hombre nuevo: ha dejado de beber y presta más atención a sus negocios. (FILMAFFINITY)
8 de agosto de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los melodramas que Douglas Sirk realizó para la Universal durante los años cincuenta, han marcado una época, seguramente, nunca aparecerán entre las películas más votadas y reconocidas, no gozaran del prestigio en las listas que se publican periódicamente sobre su transcendencia en la historia del cine, pero los aficionados al cine clásico y el melodrama en particular, jamás podremos olvidar el “look” de esas películas. Con sus colores vivos y su luz translúcida, con sus cielos extremadamente azules y rojizos crepúsculos, sus fondos de tarjeta postal, con sus inteligentes heroínas aún cuando caigan en la miseria o se vuelvan ciegas. Sirk, hombre culto y ponderado, formado en el teatro, la fascinación de sus films es un cóctel de extravagancia ininterrumpida y el sentido de lo trágico que permanece en la memoria, porque la memoria embellece las cosas.

La estilización del melodrama por parte de Sirk en la composición dramática del color gracias a su operador Russell Metty junto a un equipo técnico y artístico habitual, se consolida en este film. “Escrito sobre el viento” es un film de una belleza plástica fascinante, la utilización de los espejos, el talento para amoldar la emoción dentro de la sobriedad, hay una crispación en la puesta en escena junto a los suntuosos decorados, tiene una sobresaliente dirección de actores por parte de Sirk que sabe extraer lo mejor de todos ellos. Aunque este tipo de historias se denomina melodrama, en realidad, es la máscara de una tragedia familiar.

Series televisivas tan famosas como “Dallas”, “Dinastia” y “Falcon Crest”, son deudoras en gran medida de esta obra. Que por supuesto es mucho más profunda en la disección de una sociedad, la de los años cincuenta, un retrato sórdido, el de una familia, que domina un imperio petrolífero, que preside el patriarca Hadley con un hijo atormentado y alcohólico y una hija ninfómana, enamorada perdidamente del geógrafo y amigo de ambos, Mitch Wayne, el hijo que al patriarca le hubiera gustado tener, aunque el argumento roza el folletín, la maestría de Douglas Sirk lo convierte en puro arte.

Aborda la descomposición de una estirpe social, basada en el materialismo y el triunfo social, el dinero, el lujo, el derroche, el sexo y el fracaso personal de un hombre que ha triunfado en los negocios pero ha fracasado como padre. Hay una altura y un aliento shakesperiano en el relato, una catarata de emociones y sentimientos. Las impecables elipsis, los sobreentendidos en el aspecto sexual otorgan al film una narrativa elegante y una fuerza en las imágenes que describen la situación sin necesidad de palabras. Con un extenso “flashback” en la que el espectador va conociendo los motivos que conducen a una situación extrema. Una construcción geométrica e inexorable que da la sensación de una obra maestra incontestable.
Antonio Morales
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