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Voto de Antonio Morales:
8
Terror. Fantástico En esta película Dreyer nos introduce en un universo fantasmagórico por medio de imágenes expresionistas. Un joven viajero, Allan Gray, se aloja en un extraño castillo, cuya atmósfera densa y enrarecida recuerda la de las pesadillas. El joven comienza a tener espeluznantes visiones, de las cuales la más terrible es el descubrimiento de una mujer inconsciente que ha sido atacada por un vampiro en forma de bruja. El maestro Dreyer rueda ... [+]
9 de febrero de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Su estilo sobrio, profundo y austero, sumado a sus temáticas de resonancia religiosa y moral, le ha valido ser considerado como el realizador metafísico por excelencia. Pero escondido en el corazón de este sereno moralista, hubo también espacio para el lado oscuro. Para los espectros, lo sobrenatural y lo esotérico. “Vampir”, rodada entre 1930 y 1931, a caballo entre el cine mudo y el sonoro e influenciado por el éxito que obtenían las producciones fantásticas del cine alemán, Dreyer decidió plasmar su propia versión de lo sobrenatural.

La contribución de Dreyer al género del terror, se ha convertido con los años, en un film de culto, exquisitamente macabro, surrealista e inclasificable que hace tres años fue editada en una magnífica versión remasteriza y con muchos extras en el DVD. Debido a mi maltrecha economía me ha sido imposible adquirirla en propiedad, por lo que he esperado pacientemente a “cazarla” prestada de la biblioteca de mi ciudad, pues va acompañada de un librito muy interesante sobre la película y el director, pues nunca me cansaré de repetir que las bibliotecas públicas son templos de la cultura al servicio del ciudadano.

Imagino que conocen la sinopsis, inspirada en relatos de Sheridan LeFanu, una mera excusa para sumergirnos en un delirante mundo de magia y pesadilla, carente de la lógica formal y el desarrollo clásico no sólo de los cuentos originales, sino del cine de terror tradicional. Nunca el espectador se ve tranquilizado por la explicación de lo sucedido, ni por una secuencia lógica de acontecimientos, sino que, al igual que el protagonista se encuentra plácida y aterradoramente perdido en un escenario onírico, recreado con regusto simbolista y surreal por la esplendida fotografía de Rudolph Maté.

Aunque curiosamente, casi toda la acción se desarrolla a pleno día, bajo una blanca luz, para aumentar el aspecto fantasmal de sus imágenes, Dreyer rodó interponiendo un velo de tela casi transparente sobre la lente de la cámara. En este mundo esotérico y místico, está presente, para sorpresa del seguidor de Dreyer, un peculiar sentido del humor, negro, claro, repleto de sombras chinescas, de grotescos personajes mutilados, calaveras y episodios absurdos. Resumiendo una historia de vampiros sin vampiros, con un protagonista prácticamente autista, llena de imágenes innovadoras y perversas. Recomendable para amantes del cine.
Antonio Morales
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