Se le fue la lucidez a Joe Johnston, un director de esos, a los que la industria de Hollywood les encanta contratar para darle vida a productos inocuos pero que a las masas siempre gusta, tales son los casos de: Cariño, he encogido a los niños (1989), Jumanji (1995) y Parque Jurásico III (2001). Johnston es un exagerado empedernido y sus películas, como es obvio, desmesuradas, por no decir, sin proporción de la realidad. En Océanos de fuego (Hidalgo) (2004) con el bueno de Viggo Mortensen pone a sufrir a un pobre caballo “mustang” dentro de una carrera interminable en pleno desierto arábigo, con todo y las heridas que sus adversarios le producen, tiene arrestos al final, para correr más que sus rivales y llegar primero a la meta. En realidad, un cuento infantil. Con “El Hombre Lobo” el cuento deviene en pesadilla pero sin asustar a nadie, y mucho menos emocionar. El pobre Benicio Del Toro lo intenta todo, tratando de que su personaje posea algo de credibilidad, algo que la historia, le niega por completo, y sobre todo, la acartonada sobre actuación de un Anthony Hopkins, ya en decadencia, y que no se cansa de repetir una y otra vez los mismos clichés de su “ilustre” Hannibal. Aunque lo más grave es la parsimonia de una historia que no engancha al espectador, que no termina de arrancar ni generar ninguna intriga que valga la pena. La fotografía, bastante lograda, en eso de contrastar la presencia de la noche a la luz de la luna como escenario de lo terrorífico, es un elemento perdido. A destacar la belleza y sensualidad que destila por todos los costados la bella y triste Emily Blunt, su atractivo sexual pudo haberse explotado al estilo de Coppola y su célebre “Drácula”.