“Paranoid Park” se parece más a un documental intimista que a una película en su sentido usual. Todo gira en torno a la introspección tormentosa de un adolescente y la culpa. Culpa que le lleva a darse cuenta de la soledad que padece y de la incomunicación más desoladora. El redescubrimiento de la realidad desde una dimensión distinta a la niñez es un paso fundamental en la vida de toda persona, de hecho, al abrir esa puerta se establecen los lineamientos de lo que sería la búsqueda y el transitar como adulto. La desorientación y la experimentación conforman aspectos vitales de todo adolescente y si no existen referentes sólidos y éticos a su alrededor las caídas son inevitables. Para sorpresa nuestra el adolescente protagonista de ésta película de Gus Van Sant posee una madurez inusual que le lleva a reflexiones y actitudes muy valientes e inequívocas en torno a las consecuencias de nuestros actos y las responsabilidades que esto acarrea. El final es abierto y deja al espectador una completa libertad para pensar acerca de la decisión final que tomará el protagonista. Una película que rompe esquemas y no es nada fácil de digerir, pero que está hecha con convicción y originalidad.