Una de las características principales de la prosa detectivesca de Agatha Christie es que en sus relatos se dota al lector de los indicios acerca de la identidad del autor del delito, para que pueda deducirlo antes de la solución que se revela en las últimas páginas del libro. Por lo general la investigación suele ser realizada por un detective aficionado o profesional, frecuentemente excéntrico y erudito. Una vez que se tiene una idea de quién puede ser el asesino, aparece un hecho que había pasado desapercibido, y todas las sospechas se disparan hacia otro personaje.

Como la mayoría de novelas de Agatha Christie, todo sucede en un espacio cerrado, en este caso es la mansión de la familia Leónides. En ella el patriarca Arístides Leónides ha fallecido repentinamente y su nieta Sophia (Stefanie Martini) sospecha que puede haber sido asesinado y acude a un detective privado, Charles ( Max Irons), que había sido anteriormente su novio. Según va transcurriendo la trama van saliendo todos los trapos sucios de la familia, por lo que ir descubriendo la autoría del asesinato se va volviendo cada vez más compleja.

Película estándar de las novelas de Agatha Christie, todo ocurre en una mansión, lo importante no es la interpretación de los personajes, sino lo que nos van contando de ellos y cómo se relacionan con su entorno más inmediato y las posibilidades que tiene cada uno de ser culpable.